No hay tiempo ni para decir lo que habría que gritar y eso que con el paso de las guitarras que casi tienen las mismas palabras, las mismas letras que esas canciones anidadas por las que soy capaz de llegar al fondo más profundo de este párrafo.
Ella estaba tendiendo.
¡No! Ella está tendiendo y puedo ver cómo lleva en la boca una gamuza verde y recoge las prendas del fondo de la terraza que nos acoge.
Una blusa roja y sus manos acarician sin sensualidad alguna las camisas que van destendiendo.
No le comeré la boca con la que se desdibuja y veo cómo se aleja hacia el interior de lo desconocido que me invento desde lo conocido. En ese infierno, me encontraré con otros locos peligrosos a los que no dejan hablar porque no hay tiempo y la luz z z sigue quemando las gotas de silencio que cuelgan de las paredes.
Mi diario me abandona para irse al cine.