Obra sobre tela de Iván Araújo
Exposición en la Universidad SEK de Segovia del 17 de enero al 6 de febrero de 2003
Iván, no solo me invitó a acudir a su exposición, sino a realizar un breve texto incluido en la entrada a la exposición, detallando la lista de obras presentadas.
Fue un enorme placer y un orgullo realizar el siguiente texto:
La hoja de títulos se cae.
Tomo nota de todo lo que ocurre, de todo lo relacionado porque esta conexión más allá de mi comprensión sé que tiene algo de mensaje.
Los cuadros están a mi alrededor. Baluarte de pintura y lienzo, un castillo donde sentirme seguro, una nave espacial para surcar el cielo. Yo era el poeta en el pórtico de la Arcadia a punto de descubrir un mundo nuevo, emprender el viaje a Ítaca del conocimiento. Estaba a punto de entrar en la magia de la huida, la gran Huida de mí mismo para penetrar su obra, sus dreamworks y, como en un sueño, me dejaba llevar. Escribía un cuento de aguas, un poema de fluidos, un canto de semillas que crecían en un espacio verde a la luz de la luna que se colaba entre las rendijas valientes de las ventanas.
Repentinamente, despertares de contaminación, despertares urbanos en mitad de la noche de la tierra, en mitad del silencio que dejaba su ausencia. Mis sentidos flotaban entre esa materia desgarrada de líneas y colores, gran azul oceanía muriendo en ríos de plata sin dulce transición (aun cuando él dijera que sí, que son de transición).
No notaba cansancio en las rodillas sobre esa suciedad que goteaba desde las escaleras la huida del desierto, mi espacio germinal más allá de la muerte, más allá de los trazos de sangre con carta de pincel.
Al regresar a la terra empapada de Sahara y ver entre sus dedos un corazón de Shanghai todo el puzzle encajó, todo cobró sentido y pude ver a Iván creándose un ser vivo.
Giusseppe, Madrid, 18 de octrubre del 2002