Cada día se muestra distinto al anterior y al siguiente en algún detalle que nos permite comprender el significado del tiempo, de la vida, del arte, del hombre.
Podría fotografiar esa terraza cada mañana a la misma hora para llegar a la conclusión de que envejezco y moriré. Pero ¿por qué? ¿por qué moriré? No hay indicios y, sin embargo, lo creo. Otros han muerto, pero yo no, yo nunca he muerto. Morí es una de esas palabras que suenan fatal a costa de no haber sido oídas casi nunca, salvo que en relatos más o menos literarios.
Y es que, de la observación continuada de algo vivo, uno jamás llegaría a semejante conclusión (excepto dejando indefinidamente de observar, cosa que quizá propele adelante en este acto que, por tanto, guía mi vida, me vive, me devora el tiempo.
Mientras no compre
un cuaderno,
esto será una sucesión (absurda
de hojas sueltas
inconexas.
¿Compre? ¿He dicho «compre»? hummmm…. ¿qué me está pasando? Estoy relajando los músculos de la convicción.
17 prendas de tonos ocres, una rosa fondo en la hilera segunda, algunas azueles claras como la parte superior del cielo, del que son pobre reflejo.