Hoy un tipo
de la sala de abajo
que nunca visito
me miraba
de cuando en cuando
con mala cara.
Era
lo que podríamos llamar
un tipo malencarado
y he observado
que en la sala de abajo
abundan
hasta decir
en demasía.
(De hecho
la sala de abajo con los aparatitos para muscularse
está repleta de hombres
mientras que la de arriba
con unas cuantas bicicletas estáticas
y unas cuantas cintas estáticas
y otras cuantas estupideces estáticas
está repleta de mujeres
y algún afeminado como yo)
Por un segundo
sentí
que quería medirse conmigo
en fuerza
o algo parecido
y yo pensé
inmediatamente
que nunca le pegaría
pudiendo matarle
con instrumentos.
Quienes se musculan hasta estar tan fuertes que pueden matarte
con los brazos
se olvidan
creo
de que puedo matarles con herramientas
que ha diseñado el cerebro.
Se puede esto considerar apología de las armas
y
en parte
lo es:
Me parece más inteligente fabricar un ingenio
que aprovecha el principio de conservación del momento lineal
entre otras cosas
para causar daños directos
y laterales
mucho más efectivos
que el mejor puñetazo.
No concibo luchar si no es con la intención de ganar
y
para ganar
en una pelea
no entiendo que tenga que haber límites
deportivos
porque la violencia
es inviolable
o no es violencia.
El malencaramiento del muchacho
y de otros como él
no quiero atribuirlo al efecto del gimnasio
sino al efecto de una vida mal encaminada
que les ha conducido al gimnasio
y no
pienso
que todo aquel que esté en un gimnasio
acabe teniendo una vida mal encaminada
ni haya llegado al mismo por tener una vida mal encaminada.
Con un poco de lógica se entiende
que el título de este texto
no es veraz
y que no produce monstruos
salvo los que ya vienen como tal
a ejercitar
sus maneras.
Pero era solo una mirada
una mala cara
y seguramente
soy demasiado sensible
para valorar
si el tipo en cuestión
me encaraba mal
o si simplemente era así de feo
y no podía evitar
mirar mal.
Prejuicios
abandonadme
idos a otros cerebros
que quieran daros cobijo!
He de recordar
que voy sin gafas
y soy miope.