Machismo positivo

– ¡Qué bien baila
para ser un chico!

– Ya habríamos querido
tener un chico como este
que bailase
y fuese divertido
sin tremendo
sentido del ridículo.

– Pues yo creo que es
demasiado activo
o competitivo
o algo
que explica
por qué no para de bailar.

– ¡Mira, mira, mueve la cadera!
Porque en las chicas es normal
pero no hay muchos chicos
así.

– Pero también juega al fútbol
¿sabéis?

– Va a tener muchas
pero muchas novias
y se las va a llevar de calle.

– No canta muy bien, pero bueno.

– Ahora te toca ser María
o cámbiate de lado
para ser el chico.

– Eso, eso, mejor cámbiate de lado
y sé un chico.

– Y así Lucía puede ser chica.

Esa y pocas más fueron las únicas menciones a una de las 3 chicas que no paraban de bailar, de cantar, de moverse, de contonearse, de juguetear… pero, en ellas, es tan normal que no es noticia. Yo me imaginaba lo raro que debía sentirse aquel chaval sabiéndose motivo de risas, motivo de exclamaciones y asombros, de exaltación de sus inesperadas habilidades como macho. Supongo que es de agradecer que nadie le prohibiese hacerlo, pero habría sido aún más de agradecer que hubiésemos sido capaces de normalizar algo que estaba claro que él, aquel muchacho, no tenía ninguna razón para pensar extraño.

Esto no es una broma