Aquella azafata
anteayer apareció
al abrigo asada ante
azabache anochecido.
¡Ay! Apenas alcanzó a amarme
apenas apreció aquella amapola astuta
acariciando abrazos
azulados.
Así, algún amante
abolió aquella afrenta.
Arteramente
arrancó aquel
adiós.