Una batalla tuvo lugar

Varios días después de un combate de mordiscos entre un salvamanteles expandible metálico de la era en que mis padres se casaron y mi dedo anular de la mano izquierda, huérfano de tal apelativo, la batalla aún continuaba con los restos de los microbios energúmenos siendo completamente derrotados por unos anticuerpos exageradamente protectores, hasta el punto de protegerme de lo que no me hace mal, como las pequeñas partículas de polen que pululan por mi hogar bienavenidas.

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Esto no es una broma