Hay polvo en mis manos

bajo las estrellas
contra la sucesión de teclas acostadas
con la aquiescencia de la tristeza
un ramillete de ternura
ha levantado acta de la reunión
y no se ha proclamado la guerra inevitable.

Hoy seguimos durmiendo el sueño de los justos
como ayer
y al despertar riendo de la ensoñación
creemos recordar un pavo envuelto en verduras
que
a punto de entrar en el horno
pide a los asistentes al acto que lo inviten a cenar.

No hay malicia
ni buenicia
ni noticia
como cabía esperar.

Esto no es una broma