(Canto a la muerte).
Luz de silencio, trompa de huracanes
que fragua el paso de los tiempos en
océanos ojos profundos
de hoy, de ayer, de siempre y nunca.
Lavativa del miedo que araña el aire,
rompe la brizna del pecado y
exorciza
posesión de goce que no es goce
y me fascina
desalmado como el aro del despertar
a la orilla cruenta de tundra drogadicta
que lame el suelo
al sol
de nueva sombra.