Estoy ilusionado como niño con zapatos nuevos (expresión claramente en desuso en esta tierra de consumismo desmesurado) con la asistencia esta tarde a mi primera noche en la Ópera.
En diciembre, carente de ideas, le sugerí a Carmen que nos regalásemos mutuamente entradas para la ópera. Ella había pedido (sutilmente) desde hacía años tener como regalo una entrada a la ópera en el Teatro Real, pero siempre que yo había hecho algún intento me había encontrado con lo mismo: un desmesurado precio que no podía asomarme a pagar.
Este año, algo mejor de dinero y, como todos, pleno de objetos así que sin necesitar otro superfluo, le ofrecí a Carmen que yo le regalaba su entrada y ella a mí la mía.
Elegimos La Traviata, de Giuseppe Verdi, porque es algo más conocida que las otras que presentaba la programación del Teatro Real y para una primera vez, pensamos, sería mucho más «amable» reconocer alguna que otra parte de la pieza.
Pero siempre habrá quien no pueda pagar la cantidad que pagamos o que no le apetezca. Por suerte, también hay versiones completas en youtube:
[youtube_sc url=https://youtu.be/n3N2tYOXm4E]
Hoy no me apetece hablar de la deriva hacia la privatización que todo bien cultural de este país está teniendo, pero extraído directamente de la página web del teatro real:
El Teatro Real es una de las instituciones culturales con mayor relevancia y prestigio en el ámbito nacional y cuenta, asimismo, con una gran proyección internacional.
De cara a mantener este posicionamiento y continuar con su iniciativa de acercar su proyecto artístico a la sociedad civil, más allá del ámbito institucional, el Teatro Real apuesta firmemente por aquellas iniciativas destinadas a fomentar la participación privada en el sostenimiento de sus actividades, tanto a través de las diferentes figuras y posibilidades de patrocinio corporativo, como de la filantropía personal, ambos activos esenciales de esta institución.
Pues menos mal que es de las de mayor prestigio y relevancia…