El pan que te di para vivir
se deslizaba
en el corazón de las hienas.
J.J. Bajarlía.
Hay un claro en el fondo del bosque
que habitan las cornejas y los duendes
los lagartos de río
el sapo de montaña
y un frío de penumbras
que en el mediodía
trae tu nombre a mis labios y,
por no tenerte cerca,
me muero
y te telefoneo.