Resulta que mi DNI incluye un 386 entre sus dígitos, cifra que me sirve para recordarlo pues es uno de los procesadores de uno de los innumerables ordenadores que he tenido a lo largo de mi vida.
Hoy, al intentar acceder a los servicios telemáticos de uno de los bancos en cuyos servidores consta la información sobre la cantidad de dinero que se supone que tengo (la propiedad de algo tan abstracto es sumamente difusa), fallé en la autenticación o proceso por el cual informo de algo que se supone que sólo yo sé para proceder a garantizarme el acceso a sus servicios: Introduje repetidamente un 286 donde debía ir el 386.
Ese sí que había sido mi primer PC, técnicamente hablando, pues anteriormente sólo había contado con «chismes» del tipo spectrum (con y sin plus(+)).
Había adquirido (mis padres lo hicieron posible (gracias)) un Intel 802861 (llamado oficialmente iAPX 286, también conocido como i286 o 286) que era un microprocesador de 16 bits de la familia x86, que puse a trabajar desde el primer día para realizar cálculos de mecánica cuántica.
Anteriormente, en las aulas de informática de uno de los módulos de la facultad de ciencias de la UAM había utilizado los obsoletos 8086 y 8088, amén de mis amados UNIX en arquitectura RISC, siendo ya entonces multitarea y multiusuario de manera nativa.
Al 4004 lo sucedieron el 8008 en 1972 y en 1974 el 8080, cada vez logrando mayor capacidad. En 1978, Intel comenzó a comercializar el procesador 8086, un ambicioso chip de 16 bits potencialmente capaz de ser el corazón de computadoras de propósito múltiple. El 8086 se comercializó en versiones desde 4,77 y hasta 10 MHz.
IBM adoptó al hermano menor del 8086 (el 8088, un procesador con un bus de datos interno de 16 bits, pero con el bus externo de 8 bits, lo que permitía aprovechar diseños y circuitos para sistemas de 8 bits) para basarse en él y lanzar la línea de computadoras más exitosa de la historia: el IBM PC (1981) y el IBM XT (eXtended Technology) (1983)
[Extraído de Wikipedia sobre x86]
Aquellos no contenían disco duro propio en los ordenadores disponibles y había de ir dependiendo de un MS-DOS (o IBM-DOS o DR-DOS…) que se insertaba, con suerte, en una de las dos disqueteras de cinco pulgadas y cuarto.
Por supuesto, nos olvidábamos felizmente de que en otros ordenadores había entornos gráficos amigables (X) que hacían más sencilla su utilización.
De ahí a hoy no hay más que una evolución divertida, en la que el RISC ha pasado a formar parte del ARM (esa R) y estos a ser la base de los dispositivos móviles más utilizados, entre otras cosas.
Pero esto ya es otra historia y aquella parece estar siendo contada en la preciosa serie de Halt and Catch Fire.