Hay series de humor disparatado como esta que, lejos de ser una sitcom convencional, acabarían siendo una serie de culto si su humor no fuese tan absurdamente disparatado.
La trama de los capítulos es absolutamente prescindible y lo único importante acaba siendo la creatividad llevada a experimentaciones propias de atrevidos cortometrajistas. De ahí su interesante formato de 20 minutos.
Es muy de agradecer la ausencia de «risitas» enlatadas tras los presuntos gags de la misma que, por otro lado, no se suceden como «chistes» sino que son la esencia misma de la serie: prácticamente toda ella es un continuo gag con varias caras.
Un ejemplo es este epílogo de un capítulo de la sexta temporada que propone un avance imaginario de una supuesta versión lusa de Los Gremlins, revisitando los tópicos hasta hacerla absolutamente absurda e inverosímil.