Hace un par de meses compré un parche de tela para reparar un descosido en un pijama que quiero seguir usando.
Carmen me dijo que ahora había muchas pegatinas de tela porque estaban de moda. Yo le pregunté si se había puesto de moda arreglar la ropa rota. Ingenuo de mí. Pero la respuesta en sí me sorprendió lo justo: «No, se ha puesto de moda ponerse pegatinas reparadoras sobre ropa que está intacta».
Lo cual me llevó inmediatamente a pensar en lo absurdo del tema: compramos ropa rota (intencionadamente) pagando más por ello. Luego compramos reparadores para arreglar algo que no necesita arreglo (decoración). Ni se nos ocurre arreglar aquello que hemos comprado roto, por supuesto. Sencillamente, nos deshacemos de ello. Y lo llamamos reciclar.
Vemos con malos ojos a quien no puede arreglarse la ropa y la lleva rota porque o bien no le preocupa o bien no se puede permitir su reparación. Les tachamos de «pordioseros«. (Muchas veces me lo han llamado, sí)
Pero veo que realmente la estupidez humana no tiene límites:
Los primeros vaqueros manchados de barro salen a la venta por 414 euros.