He abierto los ojos
y tenía que vivir.
Ayer el silencio atenzaba con tenso dolor
mi cráneo ajado
y una pregunta bullía bajo la coraza de los párpados
mientras la matriz de cristal
no acaba de romperse contra un suelo sin huellas
mientras el procer de cristal
no acaba de cometer un comentario
que abra la boca al borde de un abismo
sin llanto entreverado
que rompa
con la fuerza de un huracán
herrumbre de plata
clavo de miel
un humillante momento de sumisión
y una palabra muda
como todas.