Historias de Sueños

A veces no sé si los sueños que sueño son míos o no, la verdad es que confundo frecuentemente los recuerdos con los sueños, incluso, los recuerdos de sueños que otros han tenido y me han contado. Esto hace que sea incomprensible para mí mismo. También para los demás.
Cuando era joven tenía pesadillas y no podía dormir casi ninguna noche. Esto al menos me hacía darme cuenta de quien era, de lo que me pasaba en la vida, no sé, era algo así como reconocerse vivo, pero ahora, en cambio, siento que el tiempo se escapa entre mis manos y no puedo recordar, no sé si recuerdo… en realidad todo es confuso, como en un sueño en el que sueño que estoy despierto.
De repente una chica me dice algo, pero no, no es una chica, es un chico y me veo rodeado de mi amiga que quiere que me desnude delante de ella y haga el amor con su profesor, el hombre calvo de la esquina que me mira mientras me quito la ropa, ella no para de masturbarse mientras me escupe su indiferencia. Siento que me dice que necesito un poco de valor y pienso que me va a traer mantequilla. No sé para qué quiero la mantequilla, aunque a lo mejor es para follar con el calvo de la polla enorme. No veo su polla. En realidad, no sé si le llego a ver desnudo, pero me despierto completamente empapado en semen y me niego a pensar que ese fuese mi último sueño, como si no pudiese ser que yo fuese homosexual. Pero el tiempo se ha impuesto y ha venido con un sueño que sí es mío, con una pesadilla que no me hace sudar y palidecer y despertarme gritando mamá en medio de la noche.
Ella se despierta a mi lado y sé que ha soñado lo mismo que yo, que sus palabras se cruzan con las mías mientras bebemos el colacao y sus pestañas negras me besan como cada mañana diciéndome que una niña le ha dicho algo, pero que no recuerda lo que es, que su tío está enamorado de ella y le ha preguntado por mí, que estaba justamente al lado suyo y no paraba de temblar, no paraba de imaginar que estaba en mi sueño ayudando a mi amiga a masturbarse, sí, puedo verlo ahora, pero es un deseo, es una fantasía, no es parte de mi sueño y sin embargo está tan claro que confundo la realidad con su sueño, con el de esa niña que le pregunta algo que no recuerda qué es.
Han pasado varias horas y sus lágrimas se han ido a trabajar, sus labios se han ido a trabajar, sus senos se han ido a trabajar y yo estoy en casa, llorando, sintiendo que se pasa la vida sin escribir un sueño pues mis sueños se mezclan con la realidad y la realidad con los sueños de otros y entonces mis sueños se mezclan con los sueños de otros en un claro espécimen de silogismo hipotético. La convulsión de las palabras aflora a mis dedos y se vuelca, entre inconsciente y fisiológica a lo largo del papel que no es más papel que una cuartilla azul entroncada con la eternidad. Se mueven los ojos de un extremo a otro buscando una respuesta y encuentro un despertar tras otro, un día tras otro, un dormir y soñar sueños de otro y me siento vacío y serio, serio y vacío, esperando que llegue por fin el día en que reconozca los sueños como míos, sólo míos y retenga de nuevo y para siempre la firme sensación de estar por siempre vivo.

M-20010124

Esto no es una broma