Frustración

Llevaba eludiendo el problema durante más de seis meses. No podía seguir así. Mi empresa está en quiebra y yo presumo de saber configurar perfectamente un sistema operativo serio como es el Linux.
Ayer llegué a casa decidido a enfrentar el problema. Iba a instalar el modem a toda costa. La tarea resultaba simple a primera vista, pero luego fueron surgiendo pequeños problemillas, que si el dispositivo era sólo funcional bajo windows, que si las direcciones de memoria ya estaban asignadas, total, que me vi envuelto en un maremagnum de papeles incomprensibles que llenaban mi mesa y no me dejaban pensar con claridad. Esto es realmente la excusa que me pongo para explicar lo que pasó. El caso es que no recuerdo muy bien qué comando tecleé, pero, después de seis horas de mirar una pantalla poco amigable, me vi forzado a admitir una posible derrota y, por ello, decidí rearrancar el ordenador. En cuanto lo hice me di cuenta de que algo no iba bien, de que estaba apagándose como demasiado rápido y no me pareció normal. Luego, no arrancó más. Eran las dos de la madrugada y en el calor de las sábanas latía el corazón de mi mujer. El mío estaba ardiendo de vergüenza, pensando que me reconozco orgulloso conocedor de estos sistemas. No supe arreglarlo, pero eran las dos de la madrugada y tenía sueño. Me fui a la cama, junto al corazón latiente que calentaba las sábanas y lloré, lloré como un niño sin su cumpleaños, en el silencio de la noche, por no ser capaz de resolver un problema que parecía sencillo.
Hoy, el miedo se ha apoderado de mí y lo llamo prudencia y hago copias de seguridad de todos mis discos y escribo estas palabras en este ordenador pensando que puede no volver a funcionar mañana y sigo sintiendo esa vergüenza porque no sabría qué hacer para arreglarlo…

M-20010228.

Esto no es una broma