Me tiemblan las piernas desde el centro del mundo donde adquirí un lado del verso entristecido. Son lágrimas que indican: también el hombre rico mea y pide algo a medias para anochecer menos solo que el amargo olor a mostaza, mistela quemada plata del río de janeiro.
Te sientes observada porque saber que escribo sobre ti, pero ¿por qué no te das cuenta de que tú sabes de mí que yo escribo sobre ti pero yo de ti no sé nada?. Soy inferior. Soy un poeta inferior e inferiorizado, soy pequeñito como una bomba de relojería escondida en un reloj de pared que no funciona, mis ojos de maquinaria vigilándote, violando tu camino.
Viene un niño picando por un duro y con la dureza de mi corazón le digo que no, no sé a qué le digo que no, pero se lo digo sin vacilar, sabiendo que es la mejor forma y me miento diciéndome a mí mismo que es ilegal la mendicidad infantil. Por un segundo me pasa por la cabeza decirle que soy policía y verle salir corriendo, asustado para certificar que el miedo es siempre subjetivo.
No sabe que hablar de eso es una crisis profunda, es un crack que se esnifa en los bolsillos de la miseria. Un ganglio ha acariciado mi codo y siento un calor que no es normal.
Catalina ha muerto esta mañana. Yo estoy de vacaciones a ritmo de cafés y panecillos dulces… ¡Qué bonita está la vida!.
Tenemos pendiente una mirada que inunde en paralelo nuestros pechos nos abrace, sublime, nos alcance en la esencia psicológica que escribe y diga: estáis enamorados.
Voy a volar a Buenos Aires. Es un nuevo continente de mi espíritu, un nuevo reto que viaje en british airways al son she loves you de sesentaydos. Es un cambio, inflexión en la pena, un paraíso lleno de cafés y ausencias, movimiento de huecos que se fueron, hablo de desaparecidos en el seno del sueño. Psicoanálisis azul grito de canario en la amargura de los peniques. Soy un poeta ínfimo y mediocre al mismo tiempo en la hipótesis del poder adquisitivo cuando te compras una casa tiempo libre de clases por teléfono esporádicas aleluyas de navidades terrenas con corporaciones enteléticas.
Lancé al aire la pregunta y se cayó. No hablo inglés y entre tus paredes viajaría al mundo nuevo del sexo en el análisis del alambre. Huevos fritos con langosta a la orilla de un despido. Hay que asumir un despido procedente de la luna, despedida alma vital pasión de miel.
Amor de mis amores, amor mío, hablo de un casablanca terminado y yo colgado de la droga escrita lanzándote un poema en las ventanas conectadas de tus ojos. Lazos tendidos por los cables de tus pestañas.
Un funcionario obsoleto asume su naturaleza y encuentra la calle oscura de la realidad, oscura y estrecha, canal de humo, tráquea embarrada en grasas de caballo mientras dos lágrimas de oro son clientes añil pilar futuro con valoración bastarda al negocio terminal y un faltón de porcelana con mentalidad conservadora.
Lo sabe.
Catalina se ha muerto esta mañana.
Yo quiero intervenir y ella se preocupa, ella se ocupa de la bolsa y del capital riesgo, habla del mango de la polla y no tiene sexo. Es una mujer de plástico quemado. Agujero valiente sin reintegro ni treces llena de decisiones sin tomar. Ella vive en mi subconsciente al lado del unicornio, en la misma calle, en la misma nube que la aurora dora de la misma balsa sin motor recauchutada para no hundirse, para abrir las barbas y poblar chabolas de inquina. Soy un poeta que no sabe qué es la poesía.
Sin embargo yo sé tanto que lamento saber y no puedo olvidar aunque se convierta en volcado y si la gente joven tienen más de treinta y cinco años éramos muy jóvenes de becas y sueldos sin cariño. Algo va mal y no está funcionando. Adoro la sota de fugas y carnaval de mierdavergüenza al fundar la guerra sin alimentos, sin medicinas, sin derechos humanos cuando la mentalidad se va al carajo y los 70 se convierten en desproducción interesante llena de bastones.
La calle es una vía, una vía sabemos qué es y amenazamos con abrir las calles y llenarlas de polvo blanco encontrado en un cubo de basura.
Condiciones amortizadas sobre la esfera estelar que tiene bolígrafos danzantes con formación y restos de tiempo. Tiempo de vida que se seca y pasa, se seca y vuela sexual entre los ideales y un cuadro que me mira mostrándome su faz de vías, de arterias.
Aún necesito una foto de vías perforadas, hálito de desesperación por mi esperanza y producción atrevida que vuele a buenos aires, se lance a calles nuevas, rompa cristales de futuro y acabe con la concepción del trabajo que nos rige.
Soy un poeta lamentable y, sin embargo, sé que soy el mejor poeta del mundo y puedo afrontar la calma del futuro. Puedo vivir mil años con deportes por hacer, régimen de ocio a pocas pesetas por minuto. Es tan triste que desaparezcan los dinosaurios como el hecho de ver un oscuro amanecer sin que brille en tu espalda y encontrar una novia en una mentalidad conservadora que necesita. Necesita una reencarnación, un mundo nuevo exige que se acabe el mundo antiguo y como no puede ser, los hermanos del pasado crispan la pena, mueven las sillas y se van, se van desaparecen cucarachitas bajo lluvia pertinaz de carcajadas canto de cisne. Sus cuellos blancos erguidos alzan la voz por entre láminas oro llenas de tarjetas de crédito y ojos pintados. Se va y desaparece cucarachita.
Catalina ha muerto esta mañana.
Rapes heridos alzan un llanto común y rasgan la cortina del atardecer que brilla en tu espalda quemándote, arañando el perfil marmóreo que te esconde, te encubre y atenaza, materia de otro mundo, de otro tiempo, espacio que se va cucarachita, pobre catalina que nunca conoció mi Margarita.
Barrido arácnido del templo, palabras que se van, rígidos versos sin sentido emitidos bloque sobrando comos.
Llueve en la calle. En la vía gotea un líquido viscoso y blanco que se funde al lado del agujero de hojalata, de latón con sangre casi sólida piedra cristal grito de muerte beso de plomo entrando, calando despacio el subterráneo, teledirigido al centro mismo del poema, donde fluyen sueños losa, sueños pómez de lava no extinta, caen en orillas de cemento adoquinado e izan alaridos de desesperación. Crisis sin tiempo y bolsa, saludos de marfil, ébano triste, arces de barro idolatría hasta arribar a buenos aires y matar sin ojos la desidia, matar un mundo que se extingue, caparazón de media tonelada barco pirata explorador de noches con salsa de silencios y palabras, versos de norte, norte y sur entre albatros almendra sórdida cuadros rupestres alma de pleno sol, de sol serrano y bravo, lleno de vino y quintales de bondad.
Hablo de una guía amarilla que se llena de símbolos y llamo proesía por no llamar mi vida. Esto, lector, es la verdad. Al fin hoy te he encontrado oculto en la maleza de tus pechos, junto al escaparate pezones en lo oscuro, lo oscuro de una calle con salida estrecha y miserable más bella que cada espejismo formulable, más linda que los pies y el alma, sorteo de lotería que todos vendemos y ganamos y cobramos y tresmil pesetas ganadoras en la ducha japonesa que me encanta.
Quiero besar tu piel de porcelana, romper el hielo que nos une y decirle a la lápida del miedo: ¡no!.
Sin embargo, me pido otro café, hoy, que catalina ha muerto.
Llueve en la vía ejércitos de paraguas en guerra permanente no evitan que la sangre riegue la base de los versos y se nublen los ojos blanquecinos, se pueblen las encías de sonrisas y balbuceen un documento que jamás será leído, poema verité atado y doliente, crisis vital en pleno augurio, a punto de nieve, a punto de nieve, a punto de morir.
Catalina.
La han recogido esta mañana, un funcionario reciclado, moderno y hasta guapo, con internet en casa y doce gatos, un crío en la nevera del que va desgajando cachitos congelados. Para eso existe el microondas.
Pero no catalina
o sí,
yo ya no sé, yo sé que soy
poeta y me dejo ir, sin ir
me dejo llevar, sin llevar
me dejo todo lo demás
en el vacío impotente de mi pluma
que ni siquiera lo es
y procuro olvidarme de esa sidosa yonki que se murió esta mañana, bajo mi ventana, con una sobredosis de realidad.
Son miedos subjetivos.
Pero no me agarran, no me limitan y por eso vuelo de Iberia a la Argentina, en busca de la plata, la plata en la mirada veneno de serpiente verde y rigurosa, un sarpullido de pelo por un cuerpo manchado sudoroso que no alcanza a entender silencios y palabras. Pobre poeta autocompasivo. No vale una peonza de ruido arturo en alto escollo contra la honestidad de su estirpe. Es un pobre poeta que canta, ruido molesto de aires acondicionados, condiciones favorables para engullir el tiempo de los asesinos y melena alterada como el pulso sin aliento, sin crisis y sin ideales, real a calle oscura estrecha desengaño que llena de poesía mi proesía, de palabras mi silencio, lava todos los pecados del mundo, los olvidos sin garra abrazaderas de 747 con Felipe mostrándome el camino, una tabla de horas y los quesos bajo la pituitaria ensangrentada…
La sangre es un bonito elemento en la lista de tales y cuales, de homero y la insidia, la guerra de los mundos, honores que se fueron donde ya nunca cuecen lentejas y vigilan el paso del vapor besando vidrios protectores. Funcionarios muy guapas ballenas de musgo y clín desarrollan sirenas para no poder follarlas y reír, reír bajo su influjo otro gris amanecer, otra mañana azúcar de asumpción en babilonia ciega, sin ojos, sin barbarie que abra la mirada que nos ha de llevar mañana a buenos aires, pasado a granadina en los dedos ligeros del guante que me estranguló. Es un tiempo perfecto para no serlo, es una palabra y sólo eso, soy un poeta y escribo lo que quiero; ya tengo menos miedo, ya te siento lector próximo y cierto versando y verdeando un pequeño-pequeño gorgojeo que rima y se atribuye mitad de mi victoria en la estación de la duda, donde la desdichada era arrastrada bajo una mesa a golpes de zapato. Allí la violaron seis hombres a cual más paternal y le obligaron a beber humo de su propio pecho, humo de su propio sexo y bebió y se embriagó y quiso olvidar el tiempo de los asesinos y no pudo, nunca pudo y la calle la absorbió, la calle inevitable, la calle de sus vías, arterias sin foto para una portada triste, vestida de miseria. Allí alcanzó la duda, la eterna solución a un problema que no existía. Catalina no pudo evitar su violación. No pudo. No pudo y lamentó tanta impotencia, le dolió la vida a aquella hora, crisis de muerte sin fin, crisis de alma, sus labios se cerraron y funcionarios obsoletos llenaron de locura y lágrimas un pecho acribillado sin paraguas.
Ellos escaparon a su destino y ríen entre ellos el sida contraído, ríen sin parar de soltar dientes al suelo. La mesa era azul.
Con una balandra blanca en la espalda, cajón simulando vetas de magro, un cartel de la sociedad protectora de animales que no evitó los golpes. Su padre la estrechó a patadas contra un fondo sin fondo y la violó. El era seis hombres y escapó a su destino. Ella murió esta mañana y aún rezuma gotas de desesperación su codo amoratado.
La primera ceja se quebró en tres zanjas y la cálida lágrima se tiñó bermellón mejilla ajada. Las uñas se clavaron en sí mismas, se volvieron suicidas y cerradas, mordieron el hueco de sus palmas y el silencio se hizo su palabra. Murió y no lo supo su inocencia de niña con seis años. El zapato vistió eclesiástico costado. Se mordió la lengua y la sangre tragada se tornó derrota, se volvió amarga hiel y atravesó su esófago para residir en su alma. La mesa era azul.
Era azul y su mirada blanca ya nunca era blanca, ni su voz fue su voz. No gritó y se acabó su vida en tanto silencio perforado por una polla sucia, envenenada de mierda y de rudeza. Grafito arañado en la semenilidad precoz de un padre sin nombre. Arrugas en mi voz me impiden seguir relatando el fondo de la miseria.
Catalina se ha muerto esta mañana.
¿Qué te parece?
Yo quiero gritar el grito que no grito, quiero limpiar la calle y no ser un funcionario obsoleto, repleto de galones, que le diga al pueblo su función y cante por detrás de un derribo por abuso un motivo azul, azul mesa veteada de magro y sangre, veteada de vejación y de silencio, semen azul, lágrima azul, vida azul en la calle estrecha y oscura de la realidad.
Estoy loco por tus huesos y no olvido, no existe el olvido, no existe el perdón porque dios está muerto y sus ojos en blanco llenos de recuerdos y miedos subjetivos se cierran por manos obsoletas y escupen su fútil rebelión al fondo de una morgue que no protege del sol del verano en buenos aires.
La american express ha pagado mi deuda. El tiempo de los asesinos es un libro curioso y yo sigo siendo un poeta a punto de escribir la historia de mi vida o mi primera novela y contarte, lector, porqué margarita no conoció a nadie, ni a sus querido eustaquio de la calle del carmen ni a catalina ni al resto de personajes que no son míos, no son míos no yo suyo. Ni siquiera quiero recordar a Miguel, basko solemne rehecho y contrahecho, soy sólo un gran poeta queno sabe casi nada y lo que sabe le estorba. Me siento tecnólogo avanzado en mar de peces de colores. Me muerden en el estómago pequeños-pequeños ruibarbos amarillos en el submarinismo de un coral desde la luna, submarinismo de huida, encuentro y recuperación, esbozo de escape sin alfileres clavándose en mis ojos.
Catalina se ha muerto esta mañana.
No termino de ver la forma de actuar y activos de clientes adoran dioses de nata y canelones. Sacaré un carrillo rosado del bebé del frigorífico y lo freiré. Lo asaré al jugo de mi no-olvido, mi miseria miseria social que no perdona mi vuelo a buenos aires en british solicitando no fumador junto a las alas para salir primero en caso de emergencia.
Te confieso que no tengo bebés congelados, que me da miedo guardar una bolsa maría en el armario del que no sé salir y sus abrigos largos cubren las pruebas que dejan sus perfumes asesinos.
Cosas del tiempo: ha dejado de llover. Ya no hay paraguas y tiemblo. Me tiemblan las piernas y las manos, la incertidumbre me absorbe y lloro. Son palabras de otro entonces, las pieles brillaban bajo el atardecer y sus miradas rompían mis ojos inocentes, arañaban mi espalda intacta con su risa, desprecio nazareno en busca de un belén. Me estoy volviendo navideño mientras se alejan dos picos de ceremonia impía en la cabeza diminuta muñecagafassonrisasilueta en un avión a londres, en una cafetería, en el fondo de un subsuelo… donde absorbo lecturas y farolas, abro mi pecho y reviento miserable en Letras, llenando de aire y condiciones el misterio.
La materia prima se perfila, el diamante bruto se dibuja, tengo temperamento y herramientas, horror cauterizado, un alma por comprar para llenar Ivanes, tengo anas y sueños de calles, de arterias, sonetos sin versos, tonterías que no vienen a cuento y relojes acariciándome, tratándome bien, queriéndome, regalándome su tic-tac imparable despertándome con sonrisa de luz con luz de niña entusiasmada, levantándome con un villancico mantequilla y luna entre dos medias, entre su sexo y su risa, sobre las estrellas de su alegría, los tintineantes terremotos de su abrazo, su mirada sin hielo, sin esa distancia que abrasa mis ojos sin distancia, sin hielo y lloramos la felicidad en el olvido y el perdón inexistente, alzamos un dios de fuego y algodones, izamos bandera iluminada, piadosa de miseria y de misterio, colacao ivanzado entre los dedos que calzan el amor en flor. Palabra que llena mis silencios y me puede, me derrota y me arrastra, me abalanza al día sin sueños, sin cristales, olvido del azul y un mar de dicha invade mi pecho y mi mañana, visito el Galache y no te olvido, no olvido su quererme incomprensible, su masa de pasión tan divertida, no olvido su verdad, su beso en la escalera, su mensaje abanico de azahares, su olor tacto suave voz de terciopelo, no olvido que todos mis sentidos ya son suyos y no tiene ya más.
No olvido que, también, esta mañana ha muerto Catalina.
¿y tú?.