En algún foro he leído sobre esta serie que es lo que usan en el infierno para torturar a pecadores y pecadoras… pero yo creo que no llega ni a eso, ni a ser tan mala como para eso. Es, sencillamente, bochornosamente tonta.
Parece increíble cómo puede tener tantos tópicos en una única miniserie de no más de 7 capítulos. Puede resultar ideal para verla como excusa para dormir la siesta sin el más mínimo remordimiento ni arrepentimiento.
Es una bazofia de caras monas sin cerebro yuxtapuestas para intentar generar algo de interés, crear algún conflicto… pero las caras sin los cerebros no pueden articular un discurso capaz de poder imaginar que quien lo vertebra es un ser humano.
Sin llegar a la zafiedad de algunas series españolas, resulta vacua, simple y llanamente desierta como la isla en la que se supone que transcurre algo que difícilmente puede ser denominada trama.
Casi parece uno de esos concursos de «supervivientes» famosillos en una playa, donde lo único interesante es la anodina relación falsa que puedan tener algún par de las múltiples combinaciones posibles.
Aún así sigo viéndola para, como he dicho, dejar que el cerebro se esponje un poco mientras leo el periódico o consulto algún artículo de wikipedia que me sirva para preparar las próximas clases de los talleres de poesía.
Carmen se queda dormida un rato a mi lado y yo aprovecho para acariciarle las plantas de los pies.
Pasa el tiempo.
Pasa la vida.
Y en ocasiones pienso que la desperdicio, pero quizá el mantenimiento de intensidad vital es (o me resulta) demasiado cansado para aguantarlo tantas horas diarias.