Como otras ocasiones, hoy proponemos una reunión amable y sencilla en la que prima la libertad por encima de todas las cosas.
Y siempre toca aclarar que se puede hacer lo que se quiera. Es tan extraño que olvidemos lo que significa ser libres…
Y así estamos.
Hoy cansado y casi sin energía. Con ganas de irme a casa o mejor aún a una terracita a tomar el sol, que dicen que es potente y presente esta jornada madrileña de finales de febrero.
Pero no. No me voy.
Aquí estoy, intentando que haya más lugares para la poesía en el planeta, como intentando combatir el cambio climático a fuerza de versos salvajes que no conducen a nada, porque no tienen vehículos motorizados.
Aquí estoy, intentando habilitar un espacio para lecturas de Miguel Hernández, entre otros motivos porque para sectores escandalosamente retrógrados resulta ofensivo en según qué lugares.
Aquí estoy, intentando facilitar la convivencia entre personas que pensamos o sentimos que la poesía es un camino para mejorar la sociedad, o para hacer más habitable un mundo muchas veces hostil.
Aquí estoy, cansado y sin energía, pero presente y potente para calentar esta jornada de sol y calorcito a finales de febrero… y sólo es el comienzo.