Ediciones AMARGORD, ha reunido en HILANDERAS a diecisiete poetas del rico panorama de la poesía femenina actual. Dos libros nacidos en los puntos neurálgicos de la literatura viva, en busca de las voces directamente enraizadas con la realidad y la vida.
Presentación
ATENEO de Madrid (C/Prado, 21) viernes 24 de noviembre a las 22.30 durante los VIERNES DE LA CACHARRERÍA, coordinados por Miguel Losada y en colaboración con la Red de Arte Joven de la Comunidad de Madrid.
Ediciones AMARGORD
Colección Helado de MAMEY
Edición y prólogo a cargo de Francisco José Sevilla
HILANDERAS I
Pilar Adón aborda las sombras y su orbe íntimo, interrogativo, y pasea su voz por la abierta herida del folio en blanco.
Eva Chinchilla aporta poesía risueña y caprichosa, surrealista y juego de objetividades.
Patricia Esteban se sirve de la realidad para transformarla y desvincularla de su uso común, jugando con los significados sin romperlos: poesía iluminada, ilimitada y visual, transgresora y trascendente.
La mejicana Cecilia Eudave e desenvuelve por la poesía de claras referencias erógenas, rara vez llegadas a lo erótico. Predominio del roce sobre el tacto propiamente dicho.
Lucía Fraga desarrolla su verbo sangrante y mortal, trasluce la esperanza de algún día saber la verdad, mejor aún, busca de manera brutal el corazón de la verdad de lo sucedido hoy, ayer y siempre. Y es ese dolor extremo quien imprime el sello a su voz.
Cristina García Santos representa la poesía de desparpajo sistemático: metáforas zigzagueantes, donde a primera vista nada parece ser lo que es, ni decir lo que se dice sino leído por la intuición.
Esther Giménez confiesa que sus poemas le llevan a otros poemas, con finales y desarrollos abiertos a todas las interpretaciones posibles, buscando la sombra del asombro.
La poética de Ana Gorría es reflexiva y de implosiva exterioridad, variada tanto en temas como en formas, en sus versos se dan cita los poemas biográficos cortos, y los menos breves en prosa.
Hilanderas II
Las palabras de Guadalupe Grande convocan memoria, realidad y deseo. Su poesía se ha de sentir y leer desde la consciencia y la revelación. Porque la poesía es aire, y solamente el aire es publicable.
Marta López Vilar expone la intranquilidad de un mosaico de sensaciones, porque todo en su poesía está por vivir y ser vivido. Poesía donde incluso el desamor es amado, y ama.
Elena Medel es quizá la poeta más genial e interesante a todos los niveles técnicos y por emocionantes, novedosos. Del pop al mejor beat es capaz de dulcificar y herir lo concreto en cualquiera de sus magnitudes. Sin duda, la mejor poetisa de su generación.
Esther Muntañola pinta el aire y dibuja la luz y la sombra en sus versos: poesía de cualidades lumínicas y finura de pincel, versos en forma de óleos.
La poética de Marina Oroza habla del ?mí? hacia los otros y lo otro. Sus poemas andan a tientas con la huida de la rutina, porque la rutina es hermana de la muerte y desgastan el yo y el amor, el nosotros y la vida.
Los poemas de Antonia Ortega Urbano recogidos en Hilanderas asoman desde el título, aún inédito, Yo no veo los monstruos,veo el paisaje. Título que, según la autora, significa la capacidad que el ser humano tiene para sobrevivir a sus propias vicisitudes, y ver constantemente lo bueno y trascendente.
Yolanda Pérez Herreras presenta un repertorio mínimo de su febril actividad cultural en Madrid, más de 25 años dedicada al discurso poético en todas sus verticalidades y rarezas.
La poesía inédita Ángela Torrijo nace del fondo de las vísceras y sueña en tres ramas: dolor de madre, dolor de amante y dolor de infancia. Pero también del amor bidimensional: el que tiene y el que desea.
La antología culmina, con Alejandra Vanessa que aporta poesía tersa, a la par con sonrisa y ternura. Mira desde la ingenua madurez de la realidad. Poesía para un solo instrumento de viento: el Amor. Y de fondo, sucedánea, la vida.