RUFINO DE MINGO
VIVA EL COLOR
Centro de Arte Moderno
Gobernador, 25 esquina San Pedro
28014 Madrid
Metro: Atocha ? Antón Martín
Bus: 27 / 45 / 14 / 6 / 26 / 32
Renfe: Atocha Cercanías
34-914298363
centrodeartemoderno@telefonica.net
www.libreriadelcentro.net www.galeriadelcentro.com www.centrodeartemoderno.com
Inauguración: jueves 26 de abril, 20 h
Clausura: sábado 26 de mayo de 2007
Visitas: martes a sábados de 11 a 14 y de 17 a 21 h
Entrada libre y gratuita
Si algo no ha perdido el arte es su capacidad de sorprender. A través de él, se restituyen sueños y vivencias que reinventan la lógica de cualquier tradición. Rufino de Mingo a través de su propuesta continúa jugando con esa relación ancestral que se da, entre el medio y el planteamiento conceptual de la obra, utilizando una manera de componer que no sacrifica su alteridad y esa decisión tan personal de nadar a contracorriente.
¡Que viva el color! , título al cual responde esta serie, es casi una explosión orgiástica, oculta en la pintura que había hecho con anterioridad. Esta obra rompe con la contención manierista. El deseo no es apresado, ni congelado en el momento de su consumación, porque es obligado a reventar en el más sensual de los barroquismos. El color se convierte en la carne de las figuras, ha escapado a su colocación planimétrica, estalla, rompe, se corta, vibra. Las pinceladas se yuxtaponen a partir de trazos cortos para reobservar desde lo febril de la pintura el propio objeto representado.
El fondo ya no es el sitio que sirve como telón para matizar el escenario de la pintura. Actúa como un componente narrativo que asume un papel decisivo en la recepción de la obra.
De momento hay una reapropiación de la posvanguardia de los 80, donde pueden estar los Nuevos Salvajes, los Pattern and Decoration, la Tras-vanguardia italiana. Para Rufino de Mingo los elementos posmodernistas del arte funcionan como núcleos vivos, pero inconexos en una cultura que no ha logrado articular su propia forma de decir: Chia, Cucci, Clemente, Basquiat o Penck pueden ser objeto de admiración, aunque ya generan suficiente contradicción. Sus propuestas son del siglo pasado y coexisten en el mismo período de tiempo que inauguraron Matisse y Picasso.
En la obra de Rufino de Mingo hay una contaminación de estilos, pluralidad lingüística, cierto interés por un decorativismo lúdico, donde el tratamiento "supuestamente superficial", es sólo una estrategia para desde la ironía cuestionar la génesis de las estructuras sociales. Estas piezas se destacan también por la variedad de estilos, por conjugar métodos de hacer de la cultura popular y del arte más elitista. En el proceso de investigación de este artista, está la búsqueda del yo a través de diferentes personajes que funcionan como "alteregos". De Mingo asume en ocasiones la postura de un hombre primitivo que se proyecta a partir de lo salvaje para replantearse formas de asumir y entender la vida desde la contemporaneidad.
La serie de trabajos ¡Que viva el color! no ha perdido la hondura humana de toda su obra anterior Los tejidos cromáticos son la arquitectura de un pensamiento sensibilizado con las contradicciones que se generan en los nuevos tiempos. Hay una de estas piezas que impresiona por la actualidad del tema que trata. El fondo superior del cuadro es negro y un hombre trata de encontrar lugar firme para su pisada. Los brazos sostienen una soga que no logra centrar su asidero porque está moviendo banderas que simbolizan diferentes culturas e ideologías: la suástica nazi, la hoz y el martillo, la media luna musulmana o la cruz cristiana. Es la inmersión del ser en el no lugar, en una eterna deriva. A través de los pasos entrecortados de su personaje vemos la ausencia de cualquier asidero, la pérdida absoluta del rumbo. La figura humana va delineando su propia prisión. Las ideologías y las religiones representadas en las banderas ondean en un vacío donde no divisamos sus límites?.
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Lleva tiempo llegar a ser joven.
Pablo Picasso
Giusseppe Domínguez
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