Debajo de su mochila
había dos nalgas.
Se movían
tic-tac, tic-tac.
Debajo de su culo
había dos piernas.
Se movían
tic-tac, tic-tac.
Este péndulo de carne me sedujo
y no quise
fijarme en su mirada.
Diario
Debajo de su mochila
había dos nalgas.
Se movían
tic-tac, tic-tac.
Debajo de su culo
había dos piernas.
Se movían
tic-tac, tic-tac.
Este péndulo de carne me sedujo
y no quise
fijarme en su mirada.