Cuna miseria

“Verdaderamente,
vivo en tiempos sombríos.”
Bertol Brecht

Cuna de muerte,
cántaro cerrado
que se vierte sobre el horizonte
de mis alcantarillas.

Gritos que no llegan a oírse
en la oscura noche de los ecos sordos
silencios sin luz
en la avenida.

Surca un ratón el paraíso perdido,
cena la idea un ramo de cerebro,
canta el amor la desesperación,
la dicha aparece en el misterio mismo
en el centro del alba sin futuro;
la guerra está servida,
el hambre acecha,
un hombre solo sale sin gabardina
al campo de terror que le gobierna
dejándose caer por las aceras
en la misma tiniebla que me acoge
en la misma miseria que nos mina.

Poema libre

Todos mis poemas pretender ser
eco de la voz que os enamora
mis palabra quieren ser
brillo de lágrimas que brota en mi garganta
víscera cruel que me castiga
liviana en la memoria de tu encuentro
ahora que estas entre mis brazos otra vez
y el pasado no existió.

Toda mi vida quiere ser
palabra en tu conversación,
agitada semilla de la noche
que morena, visita nuestra ducha
bajo la pesada aurora del pesebre
entre tú y yo, un ramo de alegría.

Pero hoy no sé ni como escribo
un verso vacío que no llega
una nota cargada en dinamita
al borde de tus ojos bajo tierra.

No sé ni como tengo fuerzas
para abrir una carta que te envío
un silogismo triste que no encaja
en una vida de designios negros
en la vida de lágrimas de mi garganta
que llora en silencio la derrota
de un eco de mi voz que se entrecierra
sin poder volver a la primera estrofa.

Exilio

Desde allá, plaza de mayo
atmósfera vencida
bajo llanto soterrado que vive en la avenida
te recuerdo.

Desde donde los ojos se cerraron
y el mundo sigue andando
una lluvia de besos te deseo
que tenemos que hablar de muchas cosas
querida compañera, amiga amante.

Desde una vitrina cruel que me refleja
que no estás tú a mi lado, en mi camino,
siento que ahora siempre estás conmigo
siempre a mi lado, en el camino nuestro.

He pasado el exilio de la cama
de estrellas y de lunas y tus brazos
para volver al fin, como en tus tangos
junto presencia evocadora,
delirio,
amor…
completo enamorado.

Yo solo escribo

Escribo como si trabajase en una factoría. No tengo imaginación. No. Tengo ganas. Ganas de narrar mi visión, mi sueño, mi sensación, mi luz, mi sombra, mi silencio que lleno de palabra.
Escribo porque no puedo evitarlo, no sé hacerlo. Quiero parar y reflexionar pero ya lo he escrito, lo he impreso por no esperar a que sea impreso.
Preso sin fin de mi escritura, soy un diamante, un cristal frío, un segador de análisis que rompe el tiempo. Antes, después.
Soy todo eso y sigo adelante, en una progresión sin aniversario, un tiempo de notiempo, cafés en el Jamaica, cafés en el Galache, cafés y cafés, poemas, poemas, poemas…
no dejo que el ruido me penetre y oralle mi soledad que cuesta reconocer tras el frío de su máscara.
Temperatura con rayos infrarrojos para capturar las vibraciones electromagnéticas de tu pantalla.
Gira hacia mis ojos los tuyos
y seamos uno
seamos una mirada ininterrumpida
siempre
eterna
como dios y el color de tu pelo
informe craneal de tu paraguas
sea la luz
y se hizo,
se hizo en tu misterio
a la sombra del luminoso
de la farmacia donde lograste
el último empujón
de adrenalina
y hoy, ante tu muerte, yo…
yo sólo
escribo.

Caí en tus manos

Yo volaba y volaba
por nubes de estambreras
que nunca conocí,
agitaba las alas de una libertad triste
despegando en vertical
del portasoledades
que entonces yo habitaba.

Volaba y volaba
por campos de jazmines,
racimos de uvas tintas
como sangre de Francia,
por vías llenas de aortas
al pie de una mirada.
Volaba…
Volaba…
en el aire sublime cargado de tu esencia
y caí.

Caí
feliz en tu sustancia,
en la materialización de las mil flores,
en la calma abigarrada de tus besos,
en la dicha infinita de tu compañía
que vive en cada sueño de pasión que te dedico,
en cada estrella que brilla en mi universo,
en tus manos que ya no son tus manos,
en tus senos que ya no son tus senos,
en tu sexo,
en tu sexo que siempre será mío.

Niño en el Galache

un niño ha entrado por la puerta.
estaba abierta.
no ha dicho nada y ha caminado
despacio
hasta el fondo del local marrón.
ha bajado al subsuelo.
no ha levantado la vista del suelo,
no ha dicho nada y ha caminado
despacio
de vuelta desde el fondo hasta la puerta
que aún estaba abierta.
ha salido sin levantar su vista
solitaria del suelo,
miserable suelo que le aguanta.

en la calle le esperaba
un gato.
ha vuelto a entrar sin reparar en nada.
sus brazos oscilando cabizbajos.
su mirada sombría
apagada en los adoquines
que le aguantan.

del fondo ha llegado su grito,
su ansia de futuro,
necesidad impía de limosna
pero no ha dicho nada
y ha vuelto a la calle
en donde el gato
cocido de aspirinas
aún
le está esperando.

Esto no es una broma