Estoy rodeado de mujeres y no es un sueño. Es real. Están ahí, pidiendo chocolate con leche llenas de voz de caramelo.
Yo quiero ser sus dientes,
quiero ser sus mecheros,
quiero estar en sus hilos que pueblan sus senos.
Pero estoy a mil metros
estoy lejos
lejos
como rayo de infierno
cayendo de costado
en el brillo
brillo
de su pelo.

Luises encontrados en matrimonio
como las grietas del aire
Aire
una a más grande
un grito
un silencio gritado, gemido, suspirado.

Terrano. Cuscuréltico
interrumpido por
sus
ojos.

Son ojos de miel
son cascabeles
son giselas de sien
en mi cerebro
inmortal
viva la vida entre sus
lindes
del brillo de su pelo
a
el mate de su pelo.

Sonrisa

¡Qué bello es vivir para verte!
sabiendo que has de morir
voy a matarte
para no dejarte ir
sin un último abrazo enamorado.
Voy a dejarte ir
por tus propios pies
huyendo
de la felicidad que no pude ofrecerte
más que en un sueño
pero tú no duermes.
Voy a dejarte
y reirás como nunca te has reído
hasta morir
viviendo intensamente
agotando la vida
sin dedicarme nada más.

Hojas de Piedra

Poetas que temblando abrazan una droga.
Mario Trejo.

Están en mi calle, en mi misma esquina
con una sensibilidad
de sombra y miedo
una mañana de hielo y muerte
sangre quebrada en venas sin futuro
y mierda bajo su gabán
¡Sí!, sus propios excrementos
oliendo
Paso a su lado y cruzo de acera
tiemblo
¡Sí!, tiemblo de miedo y de dolor

Están en mi calle
en mi misma calle
bajo mi ventana cálida y serena
abrazándose.

La muerte les espera.

El reloj

Dedicado a El tiempo de los asesinos, de Henry Miller.

Hoy cumplí 33 años
pasó el pasado
y me morí;
me morí
para caer caín en la divina comedia
abrazado a tu recuerdo
tictaqueante
de tránsito encancerbado
sin saber nadar.

Hoy cumplí 33 años
soy dios a punto de palmar
para quemar el mundo
rajar ratas con mi palabra
mi verbo
reloj de silencio para cubrir el cielo
y caer caín
entre tu sexo.

Hoy, que cumplí 33 años,
sé que moriré
sin conquistarte
Hoy presente
muy presente y sin futuro
me rindo
caín
al ritmo nuevo
me rindo
caín
al tiempo de los asesinos.

Son mis voces cantando

Pero parece la sirena de la policía
parece la guerra callejera.
La ciudad arde
mis arterias se llenan de poemas
y gritan entre el asfalto y los semáforos
un alarido
vándalo
casi gutural
para pedirle a dios que acabe con el hambre.

esta mañana,
cuando iba a trabajar,
tropecé.
una masa torpe
se movió entre harapos
y mi corazón dio un vuelco.
sin embargo, era una mañana más
un día normal,
cualquiera,
como yo
como la masa triste bajo los harapos
y tres policías salieron del furgón,
lo ataron
lo encadenaron
ante mis ojos
silentes
y cobardes
que bajaron la mirada
y huí,
despacio
a mis quehaceres.

Esto no es una broma