a la izquierda

sube al metro,
viste un jersey de lana gris
con cuello alto.
se abraza a sí misma
protegida con un libro contra el pecho.
por dos puertas más allá,
yo 2 puertas más acá
en el mismo vagón.
sé que está sentada
o no.
aprovecho
cuando se bajan todos
para acercarme
pero no la encuentro
y me quedo enganchado con mi libro bajo los ojos
en un trasero de piel vaquera
melena rubia teñida
algo de emoción
que espía en el cristal de la puerta
como en un espejo
para ver si la miro
su culo de piel vaquera bajo mi libro.
me toca el turno:
el carmen.
en la última ojeada
descubro
que estaba sentada y yo no la había visto,
con el libro contra su pecho
abrazándose el jersey de lana gris
con el cuello frotando sus mejillas
sonrosadas cerezas japonesas
pelito rubio cayendo en su costado
párpados cerrados de rocío.
se abren las puertas.
durante un segundo seguí un pantalón sin escribir ningún poema
mientras la lluvia había cesado
y rechazaba otra vez ese periódico
de cada mañana.
seguí una melena rubia
teñida y algo rizada
como mis pensamientos
y el deseo de encontrarme con ella
en la asfixiante y vergonzosa
soledad del ascensor.
se fue a la izquierda.

Esto no es una broma