la papada desborda el horizonte visual
mientras su compañero bebe cerveza
y encoge las piernas
bajo la silla.
las estira
las contrae
con calcetines negros y unos pantalones que no llegan al suelo.
papada tiene pelo teñido a la antigua usanza con un cigarrillo bastardo
que cae de su labio inferior.
las medias podrían haber evitado
el aspecto derruido de sus pantorrillas.
al encenderlo dos hoyos orean sus mejillas cargadas en tintas.
oro en la pulsera. en el color de la pulsera que agarra el bolsito
entre los dedos rechonchos.
los codos tienen papada
que desborda
el horizonte acústico con una voz aguda y chillona
sus gafas
sus gafas
con reloj de oro. color de oro.
no hablan.
el café dilata la garganta y
su silencio palpita en mi silencio.
pasa la camarera y se lleva la taza de mi café.
el silencio también
se dilata
en una sonrisa indescriptible
porque no tengo palabras.
sudo el apetito de la llamada trascendente
no aguanto ver los
sinsentidos
sentados en dos mesas diagonales
a la luz de la luna y rodeados
de tantas voces que oigo
y que no escucho…
los pendientes de oro. color de oro.
él se levanta para dirigirse al baño.
imagino la búsqueda
en el fondo de unos calzones
de algodón
de un hilillo extensible
mientras una papada de
120 kg en canal
apoya la barbilla en los nudillos de su mano izquierda
acodada en el mármol
que aún no ha sido escrito.
bosteza.
la corbata es azul
(quizás de seda)
y no lo digo por si no es verdad
pero creo que
esta pareja no es feliz.