Has decidido matarme porque te da la gana
y no cuentas para nada conmigo
porque sí, porque te da la gana
has decidido matarme
a golpes de tus besos
a rabietas feroces de tus senos
que se abandonan
locos como una manada de cerdos piafando
un abanico de loros amalgamados
en los que tu pensamiento
se convierte en divino
y das por sentado que puedes
que puedes matarme porque sí,
porque tú lo dices y no hay más que hablar.