Allegada a la dura cabeza del asno
se cierne el viento
contraviniendo subjuntivos
carentes de realidad.
Ello me da la dicha de ser inmortal
ya que la inmoralidad se cebó en mí
alimentándose del fuerte aroma de mi estómago
que ruge y gime como la prostituta que llevo dentro.
Sombrío e infernal,
cántico de mal,
abarca la tiniebla
del día a día
frente al mar.