Apenas tenía fuerzas
para alzar la mirada,
sus pasos,
sus tres pasos
le acercaron a mí,
a mi mesa de estrella
de estrella de cerveza
con un café con leche.
me pidió cinco duros
y casi no le oí
porque no quise oírle
o sabía
anticipadamente qué
le iba a contestar.
él también lo sabía.
nuestros ojos trenzaron
el silencio de siempre,
un humo marihuana
venía de la otra mesa
donde una mujer morena
desparramaba encantos.
una mosca en su labio levantaba su vuelo
pero él no se inmutaba.
el tiempo se detuvo.
los párpados cayeron
los párpados
mis ojos no moraban
desde mi corazón
sangrante
entre los labios
de moscas
innumerables moscas
que devoraban su cadáver
antes de ser cadáver.
su ropa olía a miseria
su ropa
y con dos o tres pasos,
sus pasos,
se alejó.