Un cansancio sospechoso

Después de verte
me masturbaré
recordando
el pliegue de tu vestido malva
cayendo, cediendo
al peso de tus pechos liberados.
Dibujaré el flequillo
más rubio, más salvaje;
subiré cinco dedos
los bajos de tu falda,
cinco dedos
explorarán tu sexo
tras unas bragas
que quiero que sean negras.
Entre tus piernas
perderé la memoria
bañándome en la sangre
de tu similitud.
Humana entre las divas
ni siquiera sonríes
ni gimes
ni me hablas.
El poema se pierde,
me vence el sueño
y caigo en tu vientre
como en bandoneón
plegándose
plegándose
respira una sentencia
hasta hacerla infinita
y nuestros pies se engarzan
en la lucha sin fin
vertical y solemne
que agota el pensamiento
hasta llegar al fin.

Un cansancio sospechoso

mis manos sudan
pero no es como siempre.
mis ojos dudan
de forma diferente.
tiemblo.
no sé cómo seguir.
no sé salir de aquí,
de esta vivienda muerta,
tumba voluntaria que convertí en luz.
mis de dos ya no hablan
de ti.
ya no dicen te amo.
ya sólo desean
deshacerse de tu cuerpo
pero no sé qué hacer para
no parecer cansado,
que registren mi coche,
abran la vida muerta
y descubran
toda la falsedad
de este poema.

Un hombre atravesó el desierto

estoy casada, ¿lo entiendes?
y la policía no es tonta y lo saben todo.
no quiero criar al niño sola
y no dices nada
¡no dices nada!.

sólo con tus amigos o con mujeres malas
y no voy a estar en casa siempre
para que llegues y me pegues
¿lo entiendes?

ya no aguanto este silencio tuyo
que es como un viaje en el desierto
mientras las facturas se acumulan en la casa
pero tú no haces nada
y yo quiero otra cosa.
quiero ser una mujer
que sienta en su pecho una mano limpia
¿lo entiendes?

voy a gritar que ya no me quieres
que ya no me quieres
y lo he vivido todo, ¿lo entiendes?
y puedo volver, siempre puedo volver
a casa de mis padres
a decirles
que ya nunca
te levantas
de la tumba.

Un hombre atravesó el desierto

la plaza infinita se extendía hacia los lados
donde unos ríos vertían su flujo de miseria.
intentó atravesar la inmensidad.
reventó el caballo en sus rodillas
y tropezó
en el epitafio de su propia tumba
atado al carro del sol
sin más ayuda
que sus piernas
demasiado finitas, concretas.

la plaza infinita se extiende hacia los lados
y sigue definiendo el universo.

un hemisferio azul de luces rojas
vuela sin perdón

Esto no es una broma