Una espalda camina en la resignación
bajo la luna de lino de la noche
en la que hollé el violín suculento de tu cuerpo
cuya música
me abrió
guitarra que de ilusión se hizo cerebro
amaneciendo a la desconfianza
de un hércules que devora sus hijos
los escupe
lanza gritos de
amenaza
como luz sin horario al filo del paso del mal.