Después de verte
me masturbaré
recordando
el pliegue de tu vestido malva
cayendo, cediendo
al peso de tus pechos liberados.
Dibujaré el flequillo
más rubio, más salvaje;
subiré cinco dedos
los bajos de tu falda,
cinco dedos
explorarán tu sexo
tras unas bragas
que quiero que sean negras.
Entre tus piernas
perderé la memoria
bañándome en la sangre
de tu similitud.
Humana entre las divas
ni siquiera sonríes
ni gimes
ni me hablas.
El poema se pierde,
me vence el sueño
y caigo en tu vientre
como en bandoneón
plegándose
plegándose
respira una sentencia
hasta hacerla infinita
y nuestros pies se engarzan
en la lucha sin fin
vertical y solemne
que agota el pensamiento
hasta llegar al fin.