Un hombre atravesó el desierto

la plaza infinita se extendía hacia los lados
donde unos ríos vertían su flujo de miseria.
intentó atravesar la inmensidad.
reventó el caballo en sus rodillas
y tropezó
en el epitafio de su propia tumba
atado al carro del sol
sin más ayuda
que sus piernas
demasiado finitas, concretas.

la plaza infinita se extiende hacia los lados
y sigue definiendo el universo.

un hemisferio azul de luces rojas
vuela sin perdón

Esto no es una broma