Ayer fue un día especial
porque las estrellas volaban más despacio que otras veces
cuando una decisión mugió en mi rostro
escupiéndome un gargajo de verdad
verde y fluido como pota de borracho
bilis de mi alma,
cayó de boca contra un kilo de celulosa en forma de compresa
que absorbió todo lo que escribí
sin copiar una palabra oxidada
ni un sonido
pero copiando y plagiando
tan libremente
que creé una obra de arte
y
entonces
lo publiqué.