Tengo que capturar la realidad ahí mismo, donde se está produciendo, delante de mis narices. No tengo memoria. No tengo memoria y eso hace imposible los recuerdos y sin recuerdos no hay realidad y sin realidad no soy.
Tengo que escribir lo que veo, tengo que fabricar esa memoria escrita, palabrasmundo que me conforman, devenir que es llegar a casa y saltar sobre una hoja y morir en ella construyendo la realidad letra a letra, ese recuerdo de un olor a su perfume en la línea 5 de metro, una conversación sobre las alas de las mariposas en IECISA con un consultor de seguridad. La corriente de aire entraba a través de las ranuras de la puerta del vagón y metía su fragancia en mi nariz. Su olor. Su perfume, sinónimo, me estaba volviendo loco. Aspiraba esa realidad-olor y quise convertirlo en palabras. Saqué el cuaderno y escribí siete líneas. La séptima tuvo que ser mi recuerdo y (por eso) se convirtió en ficción.

La poesía sólo puede ser violenta.

Esto no es una broma