Anocheció en tus ojos

Tú me pediste que te contase un cuento antes de dormir y me inventé aquel de la locomotora que iba hacia las nubes con un maquinista que se decapitó y su sangre tiñó el aire de rojo y se llamó el origen del atardecer.
Siempre querías que te contase un cuento y yo lo hacía sin pensar nunca mucho más allá que las primeras palabras y el resto iba surgiendo como traídas de la mano de ese maquinista ciego. Yo aún escribo cuentos y te los relato como si estuvieses a punto de dormir, ya ves si soy estúpido. Sí, sé que en coma no se oye nada, ya me lo han dicho los médicos, pero no puedo creer que no es una de tus bromas. Sigo pensando que vas a despertar y decirme como siempre me decías: “Venga, sigue” cuando yo me iba quedando dormido a tu lado y nos abrazábamos. Ahora no puedo acercarme a ti por miedo a romper uno de estos malditos tubos.
Te dormías como ahora, tan con los ojos cerrados que parecía que no ibas a despertar nunca… y ahora… bueno, tú… seguro que despertarás. Sí, vas a despertar y besarme, te vas a dar la vuelta en la cama y pedirme que te abrace, me vas a pedir que siga contándote el cuento que ya terminé y cuyo final no escuchaste porque estabas ya dormida.
Bueno, vale, te voy a contar un cuento:
– Anocheció en tus ojos – le dijo el perro al gato y el gato le contestó:
– No lo creas, es sólo que estoy pensando. – Pero el perro no lo quería creer y le dijo de nuevo que tenía los ojos negros.
– Tienes los ojos muy negros.
– No te creas, es sólo que anocheció y todos los gatos somos pardos. – El perro se empezó a poner nervioso porque no estaba acostumbrado a que le llevase la contraria un gato y gritó:
– ¡No me contradigas!, tú eres un gato tonto que no sabes nada de los animales.
– No te creas, – contestó este – lo que pasa es que tú eres un perro ciego y hasta hoy nadie te lo ha dicho. – El perro estaba completamente fuera de sí y saltó hacia el gato para aplastar su insolencia de un zarpazo, pero el gato se apartó y el perro… ¡cataplás!.
¿No te acuerdas que este cuento ya te lo conté ayer?. ¡Qué ironía que te cayeses de un ferrocarril en marcha!. Dime, ¿de verdad que no viste la señal de peligro junto la portezuela?. A veces creo que tenías ganas de que dejase de contarte cuentos tan malos… pero eso no justifica que te tirases del tren. Lo del tren no lo hiciste aposta, ¿verdad?. No, eso ya es ser muy mal pensado y no creo que tengas tan mala idea. Aunque tu broma de veinte días ya está durando demasiado… Por favor, despiértate y dime que siga contándote el cuento, dime que me estabas oyendo y todas las cosas que me decías antes de olvidarme y decidir por tu cuenta ese abandono cruel. Dime ahora mismo que me quieres para que yo quiera seguir viviendo hasta mañana y vea el despertar en tus ojos, en donde anocheció.

M-20001227

Esto no es una broma