Café Galache, M-20020403

Me pongo excusas. No sé cómo consigo tener tantas excusas. Todo, cualquier cosa es una buena excusa para no escribir: el café está malo, hoy he dormido poco, los contertulios no aportan nada, el libro que estoy leyendo no me gusta y luego y antes el trabajo, el maldito y cochino trabajo. Hablo con compañeros y todos quieren dejar la informática pero todos siguen y siguen. Me recuerda aquella escena del expreso de medianoche donde todos dan vueltas y vueltas y no es posible ni tiene sentido ir en dirección contraria y lo único que acarreará serán problemas luego y luego… otro día. Hoy no es un buen día para escribir. Estoy muy abrigado o me duele la tripa o no me duele y luego estaré siempre mejor, igual un día en el que tenga vacaciones tenga días de nata, lunas de papel, cielos de paja. Metáforas que no guardan verdades, que salen de la nada, que me vienen impuestas cuando me dejo llevar por unos ojos lascivos con estómago devorador de torrijas. Son las mil del día 17 y no sé qué va a ser de mi vida. No tengo ni idea por más que sienta que estoy en uno de los periodos más estables de mi existencia (será por eso). Todo se mueve, las empresas se colapsan, las miradas se cruzan, las pérdidas crujen, la palidez languidece, algo en el fondo de mí ha tocado el suelo con los dedos para rebotar, ir al fin del mundo con su olor, otro olor que ya no es agua. La vida vida y la dicha languidece. Ahí está el hombre cansado. Tiene que andar unos metros porque la última vez no vinisteis a la boda.
Todo el año está plagado de bodas. Todo el sexo se descubre ignorante. Risas en el extremo de las frases. Van y vienen aire de mayo. Una cola de caballo rasga las líneas del horizonte.
Su camisa blanca es tan nuclear como el tono de su voz. Caen bajo sus ojos rosados mofletes y
(No soporto en la distancia que la gente sea desconsiderada con el suelo que pisaré).
Se enfría la leche. Hitler no nació en una carnicería y montó el mayor negocio de carne de este siglo que ya no es este siglo. Hablamos de páginas web con fondo negro. Letras en color naranja como muy divertidas. Sus gabones son .es con las aldabas de mirilla acústica en la que el latrocinio se convierte en aguacates para no morir de frío.
Tienen heridas en la mesa muescas en la mandíbula como diseñadores cascados por el océano amarillo en el que viaja la peste de dodecafonismo revolucionario.
¿Qué crees?
Intento esto de la escritura automática y tengo problemas.
¿Por qué?
No es por madrugar, es por la guerra que supone tener dos frentes que luchan entre sí por lograr unos metros de tiempo.
Hay momentos que creo que si empezase a escribir sin imponerme algún tipo de límite no pararía nunca y convertiría el manuscrito en mi vida, mi vivir sería mi escribir o, mejor dicho, mi escribir construiría mi vida, latidos de tinta. Otras veces siento (o pienso) que me atasco y en lugar de escribirlo para seguir viviendo, dejo que surjan lágrimas de autocompasión y no soy capaz ni siquiera de derramarlas en forma de spray negro contra unos cacharritos metálicos formando un casquillo, un portalámparas de torres ya obsoletas. No sé porqué estoy tardando tanto en decir SI y NO y hacer lo que tengo que hacer para ser, de verdad, un escritor.

hoy
no sé porqué
las palabras no salen en frases pequeñitas
de esas que parecen poemas de verdad
de los de toda la vida

casi
incluso
con rima
y
los rompo
sin
ninguna
otra
razón
q
mi
voluntad
mi (última) voluntad.

me gusta empezar a escribir diciendo Hoy porque me sitúa en el momento actual, me hace trabajar la captura de datos. Soy un disco duro copiando el universo. Desmagnetizaré los unos para volverlos locos, convertirlos en 7s y después inventar un sistema numérico en el que los vacíos sean el modo de representación del desconocimiento.
Al fin podré expresarme digitalmente.
Leo a Mr Auster y siento comprensión. Siento enormes ganas de conocerle, de saber algo de él, de imaginar que quisiese traducir al inglés Proesía y se volviese loco de alegría si consiguiese hacerle llegar un mail desesperado pidiéndole que prologase Territorios.
¿Quién puede hacer el prólogo de ese libro?
Me tienen alergia.
Vuelven la cabeza a otro lado
después de haberme mirado
y sujetan la quijada en la palma de la mano
así
desaparezco.
Sí. La máquina del tiempo se llevará a tus actores preferidos al lago más profundo de tu memoria.

Esto no es una broma