Día de Huelga General

Madrid, las calles, M-20020620.

Hoy es huelga. Pero no es huelga sino que hacemos que la huelga sea. Esta diferencia es esencial.
Quiero salir a la calle, a las calles de esta mi ciudad para saber qué estamos haciendo. Lo primero que veo al salir (¿cómo no?, me pregunto sin extrañarme) es un coche de policía patrullando.
Las putas de Ballesta no hacen huelga. Pero claro que tampoco se sienten representadas. Sin embargo, antes de entrar en Gran Vía, noto el primer destello de esperanza: un coche con cuatro sindicalistas vociferan un llamamiento ¡a la huelga! desde sus sonrisas – me siento parcial, pero iban sonriendo, esa es la verdad.
Sorpresa: Los escaparates de Zara están cerrados pero hay guardias en la puerta. ¿Trabajan dentro hoy?.
2 helicópteros surcan el cielo. Ayer sus focos me recordaban las películas de fugas de campos de concentración (no fugas de muerte) pero luego pensé que estábamos en un país libre y me sentí mejor. Me pude ir a dormir sin pedir permiso.
Tengo derecho a la huelga aunque esto parezca incomprensible en mi entorno laboral que aún se pregunta: huelga… ¿para qué?.
También las mujeres son hermosas caminando en las anchas aceras de Gran Vía, recién arregladas por nuestro egregio ayuntamiento y hoy regadas de octavillas de UGT.
Todo parece bastante calmado a pesar de los esporádicos coches que blanden banderas rojas como si tuviese algún sentido ese viejo símbolo de sangre de clase. Claro que son las 9 y media.
El centro de Madrid es intenso. Me gusta su intensidad.
Un megáfono desde una furgoneta de CCOO lanza su mensaje incomprensible. Va precedida de un coche patrulla de nacionales. Ellos no llevan megáfono. Su acción me resulta demasiado comprensible.
El servicio de limpieza de la ciudad está barriendo las octavillas. No sé si barren especialmente despacio o es impresión mía.
Más banderas.
El Galache está abierto pero hoy quiero seguir en las calles. Ver cómo van y vienen los autobuses rojos de los servicios mínimos, taxistas y siempre parejas de policía motorizada.
Todos los medios disponibles al servicio de la ley y el orden (¿qué ley? pero, sobre todo, ¿qué orden?).
Me pongo al lado de 10 policías nacionales a escribir que no entiendo qué labor hacen en frente del corte inglés de preciados. Supongo que garantizan la seguridad laboral de quien hoy no ha ido a trabajar.
Voy hacia Sol.
Son las 9:51 según un reloj de esta calle. Justo al lado, varias furgonetas de municipales. Se oyen a lo lejos vítores y silbidos, sin duda potencialmente peligrosos y dañinos (¿para quién?).
Motoristas dispuestos que se mueven con rapidez. Intrépidos. De repente todos se van. Sólo quedan 4. 4 policías juntos es un número pequeño.
Los comercios están cerrados.
Cortefiel tiene la puerta a media asta.
Se mueven los 4 municipales.
Una pareja de nacionales que no vi donde estaba viene en mi dirección.
Hay un cartel prohibiendo fijar carteles. ¿Qué es un cartel?.
Tengo miedo a las masas y hay una manifestación a 50 pasos frente a mí.
Algunos manifestantes con banderas vienen hacia mí, pasan a mi lado. Por supuesto, 2 patrullas mantienen la calma. Gente a mi alrededor. ¿Qué hacemos? se preguntan. Yo también me lo pregunto. Van a dar porrazos a una mujer que está poniendo pegatinas en un escaparate. La cuestión está candente. Hablan de hacer algo contra el corte inglés. Tiene sus desventajas ser uno de los símbolos de este estado de bienestar. Me miran con dudas sobre cuál es mi posición en el conflicto. Yo no lo tengo claro pero sé que las telefónicas, hoy, siguen recibiendo ingresos.
Vítores simples, contundentes: Huelga Huelga Huelga y yo en medio de la calle escribiendo, un perro ladra. Los municipales pasan a mi lado. Todo en calma. Este piquete informativo bromea sobre lo que puede y no puede ver el helicóptero. La gente de UGT quiere unirse con la gente de Comisiones pero hay líderes idiotas en todas partes.
La manifestación entera viene hacia mí. Sus gritos de Huelga Huelga Huelga suenan cada vez más fuerte y cerca. Piden el cierre. Solo ante el peligro. Me voy a apartar para dejarles paso. Voy a seguirles porque están haciendo historia. Estoy seguro de que algo va a pasar. Banderas de papel plastificado.
El helicóptero está encima de mi cabeza, de nuestras cabezas y alguien con un cuerno emite su ruido característico, el que seguro que ha hecho en más de una ocasión futbolera. ¿Cómo se organiza una masa semejante? ¿Cómo se articula?.
Un coche de policía municipal se atribuye la vanguardia. Todo ha de estar bien definido. Se vuelve a poner en movimiento y los vítores me rodena. Banderas y jornada de presión. Hay que cerrar porque hay huelga general. Gritan intimidando a los que hoy trabajan. Hay que decir lo que hay que decir. ¿Cómo en este momento el silencio puede ser una acción?. Un tipo le dice a una estación de cambio de moneda que baje el cierre. Le hacen caso.
Un hombre encorbatado se cabrea porque le ponen una pegatina en su escaparate. La gente está agresiva. Pero es que hay gente con ganas de que esto no quede en palabras.
Una cámara toma todo lo que puede. Inmediatamente, una barrera de policías acordona el local. Me sumo. Soy uno más caminando con todos ¿por qué? no sé, lo que sé es que no quiero dejar pasar este momento en el que las piernas me tiemblan cuando oigo que hay que cerrar porque hay huelga general. No puedo parar de escribir y no puedo parar de andar. Ando y escribo. Ahora la Mexicana y Cortefiel han bajado sus puertas ¿durante un rato?. Virginia se pregunta lo mismo que yo y las pegatinas cubren la ciudad. ¿Cuántos policías de paisano?.
A nadie les gusta que otros no se unan. Todos sabemos que esto tiene que tener cohesión. Sin unión no tendrá sentido… ¿opción personal? ¿existe?.
El rodilla es el nuevo sitio sitiado. Se oyen golpes de cristales. Bajan los cierres. Aún no ha llegado la policía. Aquí se curra de rodillas.
No quieren bajar el cierre por completo. Esto es estúpido. Golpes. Algún agarrón. Se niegan a cerrar. Intentan discutir. Hoy no es día de discusión, es día de acción.
Nos movemos.
Se han roto carteles del Rodilla.
La rendición de Breda de las banderas rojas. El corte inglés es intocable.
Antidisturbios con porras y casco. Dan miedo. Nadie se acerca. Me tiemblan las piernas no me atrevo casi ni a mirarlos. No me puedo creer que vayan a embestir pero ellos también tienen ganas. Uno de ellos se acerca y todos vienen detrás.
Una furgoneta blindada. Tienen ganas de repartir ostias. El helicóptero sigue mirándonos. Ahora también me tiembla el pulso.
Llevan guantes negros.
Les sonrío pero el miedo convierte mi sonrisa en una mueca.
Van vestidos de azul oscuro y sus cascos negros. Otros nacionales detrás y uno de ellos les dice que cuidado con este que está apuntando.
– bueno, ¿les damos o no? ¿o esperamos un poquito?
Yo tengo pánico pero no quiero moverme de esta farola en la que me apoyo.
Hoy es mi día de silencio y me acabo de dar cuenta de que el silencio, de que mi silencio, se ve como algo agresivo. El enfrentamiento de miradas. Se van a otro sitio. Veo que se van y aún me tiemblan las piernas. No tengo fuerzas en los brazos. Estoy sudando.
Aún mi corazón está a más revoluciones de lo normal y no quiero despegarme de esta pared. Voy a guardarme la cartera en el bolsillo porque puede ser que pierda mi mochila. Espero que no, pero…
¿Se puede hablar con estos monstruos del Orden? Mucho me temo que no. Hoy no pueden ser personas. Hoy tienen que ser animales. El corte inglés mantiene sus puertas abiertas.
Coches y coches de policía.
Estado de sitio en Callao.
La gente contesta a ofertas de un periódico de izquierdas en apoyo a la huelga general de forma que no les oiga nadie.
En Gran Vía hay coches patrullas por todas partes. Nadie quiere hacer huelga salvo estos cuatro que creen que va a servir de algo.
Los municipales motorizados me miran mal porque les miro (igual yo también les miro mal).
Estoy en la acera y casi me embiste un autobús.
Se me está acabando el papel.
Voy a volver a andar.
No haga huelga, señor jubilado, pero cuando menos no se enfade.
En una zapatería el trabajo hoy consiste en quitar pegatinas de los escaparates. ¿Por qué los quitan si esta tarde van a tener más?. Son ganas de reafirmar que ellos no hacen huelga. Pero ya es bastante claro con tener abierto.

La puerta del ayuntamiento.
No me acerco.
La plaza tiene manifestación. La calle no puede ser cortada. El tráfico no ha de ser interrumpido. Sólo necesitan una mínima excusa para embestir. Todos sabemos que lo están deseando.
Un petardo.
La gente deja banderas en la basura. Hay cansancio. Ojeras.
Gente va y viene. Me miran.
Otra vez otro helicóptero.
Tiran más banderas. Esto se está disolviendo. No se hace nada.
Otro estallido.
No sé qué está pasando.
Hay gente que está triste, amargada y eso no tiene nada que ver con la huelga (¿o sí?).
Coches de policía que pasan despacio junto a los manifestantes. ¿Contra qué?. ¿Contra qué se está luchando y por qué?. ¿Por qué no se lucha todos los días?.
Hay que transformar el cotidiano de los hombres. Hay que hacer poesía cada día.
Un chaval me pregunta que si soy periodista No, soy escritor de poesía y te vienes a inspirar aquí pues claro acaso hoy se te ocurre un sitio más intenso. Ha habido movida en callao has visto como estaba de maderos y sí, sí que lo he visto. Te puedo asegurar que sí lo he visto. He tenido tanto miedo que aún huelo el temblor. Me temblaba el alma, este alma de poeta cobarde que no hace otra cosa que escribir. Ahora nos vamos a la plaza mayor le dicen a Félix. Hala, arrear.
Nos vamos para allá. Me acuerdo de Maiakowski. Cómo vivió, cómo murió. Coherencia hasta el fin. ¡Gloria a Maiakowski!.
Los manifestantes se cruzan con unos cuantos guiris haciendo fotos turísticas. Un tal Villa está hablando (dicen) y yo no sé quien es pero le aplauden así que no tiene que ser de este ayuntamiento que hoy (qué curioso) está trabajando. Se cruzan conmigo. Pasan a mi lado y yo estoy escribiendo. Me miran. Silencio. UGT y CCOO están juntos más o menos y es que hay una intención común porque hay algo que hacer, que tenemos que hacer, todo. Elegir. Optar. Decidir para con todo eso Decir, hablar comunicarse expresar contar palabras… y más. Hoy es día de acción. La palabra será una acción como también el silencio es una acción. Este estar aquí retratando el día, este estar, esta forma de vivir, este respirar, es una acción.
Coches y más coches de policía. También hoy nacionales y municipales unidos. Motoristas con cascos antidisturbios. Casi no queda nadie en la plaza de la villa. Se han ido a la mayor. Se están autoencerrando. Ahí es fácil embestir de forma incontrolada o bien todo lo contrario: perfectamente controlada.
La hostilidad se puede respirar.
Otra manifestación viene calle mayor arriba. Eso sí, perfectamente escoltados. Igual para que no se sientan solos. Los de comisiones son más temidos y más ruidosos. Está bastante claro. Uno de los carriles de la calle está tomado. Me acuerdo de miguel diciendo que la libertad no se pide, se toma.
Otra vez antidisturbios impresionantes para que la cosa no se desmande. Eso es. Todo dentro del Orden. Furgonetas blindadas se apostan frente la plaza.
La concentración de policía es mayor que la de manifestante. Esto es de locos. Un policía no me mira bien tras sus gafas oscuras, opacas como su cerebro hoy. Se siente seguro junto a su coche patrulla DGP-2123-RA. Aún no es delito tomar nota de una matrícula de coche pero tranquilos, uno de estos días lo será. Una excursión de turistas se detiene al otro lado de la calle. Son más de 40. Cámaras toman nota de lo que está pasando pero todo es aparente. ¿Qué haremos mañana? Todo seguirá igual. Amargados unos y otros, tristes sin querer un cambio en el que no creen. Los antidisturbios en motos se mueven. Corbatas delatan a alguno que otro que anda entre una huelga general como si no tuviese nada que ver con él.
Patrullan andando a ambos lados de la calle. Ponen motores en marcha. Un perro mea en la misma papelera en la que estoy apoyado. En realidad no mea, caga.
Me ofrezco a sujetar al perro pero la dueña me sonríe y dice que no hace falta. Se mete en la manifestación.
Voy a tener que vulnerar un cuaderno que no estaba pensado para esto.
Seguimos en calle mayor, cerca de la plaza de la villa. Policías y manifestantes. Hojas de un cuaderno dedicado a la imagen hoy dedicado a la acción. Hoy hasta mi sudor es una acción.
Gritos. Vítores. Más Policía. Policía de tráfico para que ni siquiera eso se detenga. El Orden ordena y manda, como tiene que ser. Un vagabundo es reprendido por 6 policías. 6 agentes por borracho. 2 coches patrulla cortan las calles (ellos sí pueden) para dar la vuelta. Una furgoneta hace lo propio y el guardia de tráfico deja pasar un autobús de 2 plantas sin techo que tanto le gustó a mi sobrino.
De cuando en cuando oigo risas que agradezco como reflejo de la ilusión que creo que debería estar reinando en esta monarquía.
Policías nacionales en la acera contraria. Como tantas otras cosas, nos hacen pelear a la contra y es tan cansado que en ocasiones se van las ganas de seguir y, entonces, me lleno de pensamientos negros de los que me sacan los manifestantes pasando a mi lado, rodeándome en este río humano y comprometido contra el que me doy cuenta de que ha llegado el momento de darme la vuelta y unirme otra vez. Vamos hacia Sol. Los bares no cierran. Disparidad de opiniones al respecto de lo que hay que hacer ante ese sector tan deseado. Igual puede ser un refugio en un momento dado si las cosas se ponen como parece que pueden ponerse a la mínima.
En un cierre he visto un cartel:
Este establecimiento
permanecerá cerrado
el día 20 J.
Disculpen las molestias.

Entonces me acuerdo (si es que puedo decirlo así) de las reticencias bolcheviques para con los pequeños comercios y me doy cuenta de que son la masa inamovible.
Hay gente al lado de sus comercios cerrados transitoriamente. Los últimos huelguistas pasan y vuelven a abrir puertas. No hay respeto. O no hay voluntad de cambiar nada. Todo seguirá igual mañana y tendré la sensación de haber perdido el tiempo pero tenía que intentarlo. Me gustaría explicárselo a ese pequeño comerciante, pero no es el momento.
Parecen sectas, dice un hombre que está esperando que pasemos. Yo no le importo mucho porque lo único que hago es escribir.
Andamos despacio. Gusano de Arrakis que vive drogado con la especia del entretenimiento. Fútbol y toros. ¿Qué se paralizaría si España juega la final del mundial?.
En un país con estas prioridades, ¿qué se puede esperar?.
Al menos, tendremos que ver si en la manifestación de esta tarde los asustados no a la policía sino a la pérdida de dinero o estabilidad se unen para decir algo. Veremos si somos más que para decir que no queremos que nuestro equipo pase a segunda, que no queremos que muera en otro policía en Euskadi o que nos parece mal la intervención de tropas en Burundi por parte de los EEUU sin saber ni cual es la capital de Burundi… ¿existe Burundi?
Más de 10 furgonetas blindadas azules de la policía nacional jalonean la plaza de la puerta de Sol. Aquí no va a pasar nada que no se quiera que pase. Hay pancartas en la plaza. Unos altavoces preparados para hablar esta tarde. Frente al corte inglés se hace clara la impunidad del poder y que el poder lo tiene el dinero. Es un pensamiento simple pero abarcable en un vistazo directo mientras a mi espalda un tipo grita que dios te ama con un libro en alto y diciendo que no importa perder el trabajo sino el alma. La gente se pincha.
Delante de la puerta del corte inglés hay tanta tensión que se corta el aire. Bufidos y pitidos a cada uno que entra o sale. ¿ Por qué no dura todo el año?. Silenciosamente, en pequeñito, este año voy a negarme a entrar en el corte inglés. No se puede entrar ni salir en el corte inglés. ¿Por qué no entramos todos, les hacemos trabajar y no compramos nada?.
Mucha gente tiene cámaras de fotos y retratan este momento. Hay gente que se empeña en entrar y se grita o corea viva la lucha de la clase obrera y yo me cuestiono si se pueden seguir usando esos términos. No se actualizan términos que llevan detrás un concepto y, esto, es un problema.
Policías con guante negro no quieren mancharse con nuestro sudor ni con nuestra sangre.
Esto empieza a ser ridículo.
Frente a una puerta del corte inglés los gritos y los bufidos, en otra puerta, 4 nacionales haciendo chistes entre ellos y dejando entrar y salir clientes sin problemas. Este símbolo es excesivo para mí. Los maderos no son obreros. Pero los maderos en realidad podrían ser los mayores revolucionarios pero no lo van a estar [dispuestos] porque nadie les explica que ellos también van a estar en paro.
Esto ya no tiene sentido.
Me voy.
Cada 50 pasos me encuentro un grupo pelotón de nacionales con su imponente figura, furgonetas blindadas por estas calles peatonales, por todas las calles de las que se dirá que no sintieron sensación diferente a cualquier otro día, que un grupo de alborotadores han provocado altercados aislados que, en suma, no ha habido huelga general.
Pero eso no podría ser negado si tú supieras, porque hubieras estado, que sí, que sí ha habido, está habiendo huelga general.
¿Qué pasará fuera del centro de la ciudad?.
¡Únete a la huelga de poesía cotidiana!
Lucha con todo tu ser.
Sé coherente.
Vive de acuerdo a un compromiso aun a costa de tener que cambiar tu forma de vivir.
Si no eres feliz lucha a la contra y, cuando lo seas, sigue luchando por mantenerte feliz. Recuerda siempre que esta vida es esa enfermedad mortal que se cura con la muerte y si no te gusta la frase, deshazte de la muerte a golpe de besos, de abrazos, de satisfacción, de vida. Nunca estés amargado.
Actúa. No dejes que te puedan. No te pongas excusas. No te salves (que diría Benedetti).
Mantén tensa la cuerda y come mucho, come mucho para que nunca te falten las fuerzas.
Haz de cada día una revolución, de cada mañana un despertar, de cada beso un amor. ¡Qué nunca haya besos sin pasión!
No vivas triste. No seas enfermo mortal.
Haz de cada sonrisa un contacto nuevo. Haz un amigo cada vez que alguien te hable. Deja que tu alma se exponga en tus miradas, siente cada injusticia como un cuchillo que te clavan en el pecho, cada dolor ajeno que se troque anejo.
Que no te haga falta Orden para mantener la calma. No tengas miedo a ensuciarte pero procura que no sea sangre.
Disfruta, en fin, con cada momento.

Esto no es una broma