Epidermis de sol y un intruso
ladrón de tres milisegundos
a la sombra loca
de ti
de una perra infeliz
un simio negro
y trescientos adjetivos.
Mes: febrero 2009
Una muerte sin rostro
canto de cráneo roto y ojos…
Soy un observador
nefasto
de autobiografía de oropeles
a la sombra del psicoanálisis
y un toro símbolo
donde doy dolor por su agonía
azul.
desgarra el verso
en tres palabras
y cuatro miedos.
Temor denso y miope
como el opio
como el opio
como el opio.
Una garganta escupe lanzas de muerte
con pulmones rosas y de ventana abierta.
Duende de iris que se visten negro
y una cucaracha retratada.
Picasso surrealista,
quien lo diría
pero demasiada razón razón.
Miró me ensucia el alma
de colores
grietas de dibujo y mancha.
Impureza.
Tengo que capturar la realidad ahí mismo, donde se está produciendo, delante de mis narices. No tengo memoria. No tengo memoria y eso hace imposible los recuerdos y sin recuerdos no hay realidad y sin realidad no soy.
Tengo que escribir lo que veo, tengo que fabricar esa memoria escrita, palabrasmundo que me conforman, devenir que es llegar a casa y saltar sobre una hoja y morir en ella construyendo la realidad letra a letra, ese recuerdo de un olor a su perfume en la línea 5 de metro, una conversación sobre las alas de las mariposas en IECISA con un consultor de seguridad. La corriente de aire entraba a través de las ranuras de la puerta del vagón y metía su fragancia en mi nariz. Su olor. Su perfume, sinónimo, me estaba volviendo loco. Aspiraba esa realidad-olor y quise convertirlo en palabras. Saqué el cuaderno y escribí siete líneas. La séptima tuvo que ser mi recuerdo y (por eso) se convirtió en ficción.
La poesía sólo puede ser violenta.