esa maldita niebla

de palabras

    Me pides palabras. Y yo
    las diré: desde el instante
    en que aprenda
    a no darte nada.
    Paul Auster.

Ahora dedos en posición
arcos voltaicos
láminas acabadas – o terminadas para no usar más la a
toboganes de fuego
vuelo entre tus labios
alcanzando la luz
café rotundo cromo energizado
alfabeto meridional
calamidad
Trino de agua rebosante de sed
sexo en las orejas de tu jardín
una piedra trocada
serpientes oriundas de alcarfó
crímenes de romo enemigo
acechan en esa niebla
la que no me dejaba ver
te.

espero encontrar alguien conocido

miro hacia la puerta y
espero encontrar alguien conocido
con quién compartir otro café
ahora que se han llevado el primero
y en la mesa de al lado
brindan patxaranes
mientras echo de menos
una mano en mis dedos
para hacer una escal
era
cuerda (no soga)
que llegue al cielo
me cuelgue del brillo de una estrella
deje rodar las lágrimas que albergo
espete un improperio contra la frustración
crea en la libertad
como cuando era joven
que leía ensayos ,
leía poesía ,
leía ,
leía ,
dejando que la vida (también por escribir) pasara a mi lado.

– Corregir un poema es imposible –

corregir un poema es destruirlo
romper sus estructuras
sus silencios
(claves secretas que desvelan donde está el tesoro)
cambiar o poner (quitar
comas
breaklines
rayitas
espacios
diagramas de flujo
(sin sen tidos)
nada
un agujero de palabras
@
una a redondita en mi frente
corregir
traducir
abducir
cir cir cir
no se puede sin ir
(her
ir)
la idiosincrasia entera de la Poesía.

Esto no es una broma