Como un retrete,
tus ojos oscuros
me hieren sin detenerse
y siento un ruido sordo
que produce tu pecho
sobre el mío
en el momento de tu muerte.
No es inocuo el miedo
ni el misterio
ni tu grito sin voz.
No es inocuo; es mortífero
y me obstruye el pulmón
como tu último recuerdo.
Día: 1 de febrero de 2011
Sobre la mesa
sobre la mesa
(que no es una mesa)
fluye mi mente