Me operan esta tarde

Sólo puedo pensar en cómo cagaré mañana
en cómo llevaré el postoperatorio
en cómo estaré la semana que viene
y la siguiente
y la siguiente a la siguiente
y no puedo creer pero quiero creer
que estaré bien, que esto será un recuerdo,
un mal recuerdo
y que haré un tachón en el 2011 como cuando se quiere olvidar algo
mal escrito
en la línea de mi vida
en este poema inacabado
al que no sé qué palabra
última
ponerle.

Son como yo

Todos nosotros somos como locos
otros, como yo, no lo somos.

Sólo vosotros, los locos
con ojos rojos
con hombros rotos
con codos cortos,
vosotros
como nosotros,
como yo
con colon color ojo
con otro dolor doloroso
orto con dolor
orto roto
todo todo dolor
con dolor
con poco moco como bobo yo

solo otro modo
poco morfo
por otros como vosotros
por los locos solos
como yo.

Unidad del Dolor

el miércoles estuve en la Unidad del Dolor
me estuvieron haciendo pruebas
para ver si podía ser operado
anestesiado
y qué hacer
en caso de una necesaria
reanimación cardio-pulmonar

yo no paraba de pensar en qué es eso de la
unidad del dolor
si era una unidad de medida
que pudiera determinar objetivamente
cuánto duele algo
y no acababa de entender la dimensión medida
no sabía si medía masas
volúmenes
longitudes
áreas
tiempos
potencias
energías
o qué

pero sí que sabía que me dolía
en la unidad del dolor
me dolía
me dolía
y no podía casi estar sentado
y quería que se terminara
y que me anestesiasen durante un par de meses o un par de años
y que me dejasen morir en paz
en la unidad
del dolor

¿habrá una unidad del placer?

semana


santa
antas
ntasa
tasan
asant

sanat
anats
natsa
atsan
tsana


satna
atnas
tnasa
nasat
asatn

snata
natas
atasn
tasna
asnat


asnta
sntaa
ntaas
taasn
aasnt

saatn
aatns
atnsa
tnsaa
nsaat


stnaa
tnaas
naast
aastn
astna

nasta
astan
stana
tanas
anast


tansa
ansat
nsata
satan
atans

saant
aants
antsa
ntsaa
tsaan


snaat
naats
aatsn
atsna
tsnaa

ansta
nstaa
staan
taans
aanst

Soneto

Ripio ripio ripio gran ripio verso
Gran ripio ripio ripio ripio verso
Ripio gran ripio ripio ripio verso
Ripio ripio gran ripio ripio verso

Un gran ripio gran ripio ripio verso
Ripio un gran ripio gran ripio verso
Gran ripio un gran ripio ripio verso
Gran ripio ripio un gran ripio verso

Gran ripio grandísimo ripio verso
Grandísimo ripio gran ripio verso
Gran grandísimo ripio ripio verso

Un ripio grande grandísimo verso
Gran ripio grande grandísimo verso
Gran gran gran grandísimo ripio verso

Encontrar una mirada o un objeto

Me gusta dejar vagabundear mi mirada por los objetos que encuentro alrededor. Cuando me sorprende uno intento recordarlo, a veces, incluso, fotografiarlo. No tanto por la necesidad de plasmar su recuerdo como por el de premiar mi acto de descubrimiento, mi mirada consciente, mi mirada de niño que descubre, otra y otra y otra vez, el mundo.
Hay pocas cosas que me gusten tanto como esto, como reencontrarme con mi niño interior, con ese que dicen que todos tenemos dentro. Hoy he pasado horas con las hijas de la prima de mi amor, que me llaman tímidamente tío, disfrutando de sus miradas a las cosas, aprendiendo de ellas, viendo cómo se puede disfrutar de un alfabeto inventado (cómo no haberlo propuesto en mi taller de poesía china!!!) o con una colección de piedrecillas que guardar en una bolsa de plástico o descubrir champán en una botella de agua de la fuente de la plaza.
Hay quien sostiene que sería un buen padre, pero no se dan cuenta de que en realidad lo que me gusta es ser buen hijo, bueno jugando con otros niños, con otras niñas, con sus descubrimientos, los más importantes, los que sólo se pueden hacer una vez en la vida… salvo que se siga siendo niño por siempre. ¿Significa que no me gusta crecer? No. Me gusta tener los años que tengo, me gusta ser capaz de ver con su mirada y también con la de sus madres y padres; y quizá algún día también con la de sus abuelos y abuelas.
Es variado y sabroso, es caleidoscópico y polifacético, es encontrarse con una realidad llena de objetos que son más que objetos, con piedras que son dinero, con arena que sirve para hacer una crema, con hormigas que se pueden comer para que la caca salga con patitas negras y caiga por una cascada de agua amarilla.
O un candado que encierra el aire, que encarcela al universo sin que este lo sepa, haciendo que la naturaleza toda sea una cárcel de la que no es posible escapar, salvo por el hueco dejado para la llave imaginaria. Un retrovisor que refleja lo que no debería, que refleja el cielo por el azar de la destrucción.

14 de abril de 2011

BanderaParece mentira que hayan pasado 80 años desde que España tuvo una Segunda República. Parece mentira que aquella durase, en paz, menos de 6 años. Parece mentira que después de ser depuesto el gobierno elegido democráticamente, la forma de gobierno anulada, la forma jurídica del estado violada, un señor y sus seguidores se mantuviera en el poder a golpe de dictado y armas durante 40 años. Parece mentira que ese mismo señor educase a quien le iba a suceder y decidiese que ese iba a ser un rey, otro señor que, por ser quien era, podía ser el representante de esta nación. Parece mentira que no se opusieran a que esto continuase siendo así después de la muerte de aquel que había violado la constitución española democráticamente elegida. Parece mentira que la transición fuese dictada por un muerto. Parece mentira que ese muerto dejase todo atado y bien atado. Parece mentira que la Ley de Memoria Histórica (LEY 52/2007, de 26 de diciembre, por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura) haya quedado en agua de borrajas y su principal adalid esté ahora enfrentándose a un juicio formal que va a terminar con su carrera. Parece mentira que hoy, después de 80 años, no sea fácil hablar de República en España. Parece mentira que la inmensa mayoría de la población que conozco admire al rey, a ese señor poseedor de algún tipo de origen divino que justifica su preeminencia por encima de otros españoles. Parece mentira que la República se siga viendo como algo problemático y no como algo que fue una solución: el problema vino después, pero pocos parecen querer darse cuenta. Parece mentira que no haya una nueva república, una definitiva república que permita que elijamos democráticamente a nuestro principal representante a nivel nacional. Parece mentira. Pero es verdad.
No estamos capacitados para tener una república. Eso exige una responsabilidad política y social que evitase poder atacar a nuestro representante como si fuese un trapo, faltarle al respeto. Pero claro, así es como tratamos a todos. A nuestros compañeros, a nuestros jefes, a nuestros subordinados, al señor que me atiende en el autobús, al que me da una barra de pan y a la señorita que intenta ganarse la vida vendiendo o alquilando su cuerpo.
No estamos capacitados para elegir con templanza, con raciocinio, con un mínimo de visión global, de perspectiva social e ideológica. No lo estamos porque durante 40 años un señor se encargó de convencernos de que era una mala idea gobernarnos a nosotros mismos porque éramos inherentemente malvados, mezquinos, ruines, torpes, incapaces en una palabra. Y parece mentira, pero es verdad, que consiguió convencernos.
Convenció a mis padres, a los padres de mis padres, a tus padres, a la inmensa mayoría de los padres de los que ahora ni tienen un mínimo de reflexión para evitar que se repitan esos patrones.
Parece mentira, pero no, no lo es.
Seguimos gobernados por una casta política que no cree necesario dar explicaciones porque los borregos a los que gobiernan estamos dispuestos a seguir siendo gobernados de esa manera. Lo único importante es que no nos falte pa comer. Y pa gastar en bares, qué lugares. Y en otros caprichos. Pero… ¿elegir la manera en la que queremos ser gobernados? No, nunca. ¿Qué importa?
Sí, flipante, decimos: ¿Qué importa?
Y seguimos adelante votando a corruptos, permitiendo abusos descarados de poder, permitiendo que los recuros sociales que, escasos, se fueron consiguiendo, sean desmantelados para proteger a quienes tenemos más. ¿Qué importa el futuro? Yo siempre tendré mucho. Yo soy rico. Al menos estoy entre los más ricos… hasta que no lo esté. Porque no lo estaré siempre. Parece mentira, pero esto también es verdad. Y se nos caerá el pelo.
Seguimos permitiendo que un señor por tener un ADN más o menos especial sea el representante de nuestra nación. Por la gracia de Dios, claro. Una, grande y libre. Sí… mucho.
Esto es para mear y no echar gota!
Pero es verdad, verdad de la buena.
Así somos.
Quizá por esto tengo algo de esperanza depositada en la transformación que nos obligará a realizar la depresión económica en la que vamos a entrar tras la asunción de que esto no es una crisis. Quizá por eso espero que Europa renazca como un nuevo modelo político, como una aglomeración cultural, económica y social, federada y capaz de erigirse en referente político del mundo, de un mundo que se ha quedado sin referentes, de un mundo que no cree en utopías y avanza como topos bajo el sol.
No tengo muchas esperanzas en una III República, bastante improbable, pero sí algunas en la necesidad que vamos a ir teniendo de acercarnos, de unirnos, de formar parte de algo más grande que este pedazo de tierra que un señor llamado Francisco tuvo el gusto de regir durante 4 décadas malditas de nuestra historia. Historia no revisada, historia putrefacta, mal cicatrizada, que necesita una operación porque hace tiempo que se ha convertido en crónica.
Estamos enfermos de dictadura.
La monarquía incuestionada es sólo un síntoma.
Qué pena.

MicroPenas

Cosas pequeñas que deberían ser grandes:
Gintonics y Micropoemas, reza un cartel de un bar de mi barrio. Siempre que paso al lado me pregunto porqué no es al revés: Poemas y Microgintonics.
En otro local de mi recientemente remozado vecindario, anuncian Microteatro por Dinero… y vuelvo a preguntarme porqué no es al revés: MicroDinero para Teatro. Porque el pago que se realiza, de 3 euros por algo menos de 15 minutos, dista mucho de ser microdinero. Es más de 12 euros por hora, en unas condiciones que en ningún caso me parecería justificable aplicar ese precio. En Clave 53 hemos realizado innumerables obras por mucho menos dinero (gratis) en unas condiciones de cuidado y atención al espectador mucho más cuidadas. Pero parece ser que no supimos informar al periódico apropiado. Las noticias las generan quienes desean tener algún beneficio con ellas. Nuestra propuesta de ofrecer gratuidad y calidad destroza(ba) el tópico de que lo caro es siempre mejor. Este tópico alimenta las bases del sistema capitalista de comercialización de objetos de valor con un precio independiente del mismo, basado en la especulación y en el llamado «precio de mercado». No soy un especialista en economía, pero no me parece razonable el precio de una infinidad de cosas que, simplemente, se permiten el lujo de cobrar lo que sea por el hecho de que su entorno (el mercado) lo tolera. Recuerdo las discusiones que tuve programando actividades en Clave 53 con profesores de Pilates que no querían cobrar la tarifa que estimábamos justa por una hora, puesto que, decían, su actividad estaba muy demandada y, por tanto, debían cobrar más por hora. Obviamente, como poeta, no podía compartir su visión de que una hora de pilates fuese más cara que una hora de poesía, por el hecho de que el mercado dicta los precios… ¿y el valor de las cosas?
Acabamos por no tener profesores de pilates.
Y en cuanto a los gintonics y los poemas ¿por qué se escriben en primer lugar unos y en segundo los otros? Está claro que, en este caso, no montan tanto los unos como los otros. El bar es, en primer lugar, un bar, luego, un sitio en el que algún poemita poco molesto puede caernos en las manos o en los oídos. Pero utilizar la poesía para resultar diferenciador, para resultar atractivo a un público pretendidamente culto, aunque sobradamente pedante y pretencioso, me parece ofensivo, insultante, menoscabo de lo que debería ser más sagrado en el mundo, algo que puede aportar esperanza, humanidad, esperanza en la humanidad, pasión, expresión, revolución…
Pero quizá algún día no espante sino que atraiga la Poesía con microcositas que la acompañen, el Teatro con microtontadas que lo pululen, la Cultura junto a las micropenitas que ahora la violan.

Suerte

Patria o muerte es mi destino, como decía aquella canción que tanto oí hace diez años sobre el CHE. Ahora estoy leyendo un libro recopilatorio de discursos suyos, bastante simplistas y algo trasnochados.
Nunca creí ni en la patria ni en que la muerte era un destino. De hecho, patria me obligaron a escribirlo con mayúsculas, junto con dios y fe, en mis últimos años de instituto. Yo entonces dije que prefería escribir Hombre, Razón y Libertad con mayúsculas y eso me bajó varios puntos de un examen de lengua. Aquella profesora fascistoide ya ha quedado olvidada y no tenía mucho que ver con el comienzo de esta entrada en el blog.
¿o sí?

patria.(Del lat. patr?a).
1. f. Tierra natal o adoptiva ordenada como nación, a la que se siente ligado el ser humano por vínculos jurídicos, históricos y afectivos.
2. f. Lugar, ciudad o país en que se ha nacido.

Esta tontería significa que han de cumplirse los tres tipos de vínculos para la existencia de una patria. Vaya… entonces quizá no tengo ninguna. O quizá no importa cuál sea.
Sería conveniente cambiar la definición de patria para adecuarla a los tiempos modernos, en los que la globalización ha transformado (y por tanto históricamente) los lazos afectivos y los vínculos jurídicos (supeditados en esta economía a los vínculos mercantiles).
Patria no es lo que era. Cuanto antes lo entendamos, antes podremos olvidarnos de su capacidad separadora, de su facilidad de generar distracciones.
Y muerte…
Lo cambiamos por suerte hace mucho, porque de este modo no importa cómo vivamos, dejamos de ser responsables de nuestra vida para culpar al destino de lo que nos ocurra en ella. Me alucina ver cómo en estos tiempos de desesperación económica, la gente no sólo no deja de jugar a juegos de azar sino que los convierte en su esperanza. Juegan con la esperanza de ganar lo que no ganan de manera laboriosa. Quizá tienen fe, pero han perdido la Razón.
Ayer caminando por Madrid, haciendo fotografías de líneas paralelas horizontales, me encontré con este llamativo cartel y me acordé de esta llamada de atención permanente a no conseguir las cosas trabajando, con esfuerzo y con decisión, sino dejándose llevar por el sino, por la suerte, por el azar. Es algo que se asume como igualitario porque se cree que para todos es igual, pero no es cierto. La suerte está echada, los dados son los que son, lo interesante es jugar con ellos, pero sin esperar que caiga otra tirada. Mejor aún, dejar los dados a parte y jugar a lo que nos apetezca.
Hoy no estoy muy centrado, lo sé… pero sé lo que quiero decir… Resumiendo:

suerte
muerte
patria
patraña

Esto no es una broma