MicroPenas

Cosas pequeñas que deberían ser grandes:
Gintonics y Micropoemas, reza un cartel de un bar de mi barrio. Siempre que paso al lado me pregunto porqué no es al revés: Poemas y Microgintonics.
En otro local de mi recientemente remozado vecindario, anuncian Microteatro por Dinero… y vuelvo a preguntarme porqué no es al revés: MicroDinero para Teatro. Porque el pago que se realiza, de 3 euros por algo menos de 15 minutos, dista mucho de ser microdinero. Es más de 12 euros por hora, en unas condiciones que en ningún caso me parecería justificable aplicar ese precio. En Clave 53 hemos realizado innumerables obras por mucho menos dinero (gratis) en unas condiciones de cuidado y atención al espectador mucho más cuidadas. Pero parece ser que no supimos informar al periódico apropiado. Las noticias las generan quienes desean tener algún beneficio con ellas. Nuestra propuesta de ofrecer gratuidad y calidad destroza(ba) el tópico de que lo caro es siempre mejor. Este tópico alimenta las bases del sistema capitalista de comercialización de objetos de valor con un precio independiente del mismo, basado en la especulación y en el llamado «precio de mercado». No soy un especialista en economía, pero no me parece razonable el precio de una infinidad de cosas que, simplemente, se permiten el lujo de cobrar lo que sea por el hecho de que su entorno (el mercado) lo tolera. Recuerdo las discusiones que tuve programando actividades en Clave 53 con profesores de Pilates que no querían cobrar la tarifa que estimábamos justa por una hora, puesto que, decían, su actividad estaba muy demandada y, por tanto, debían cobrar más por hora. Obviamente, como poeta, no podía compartir su visión de que una hora de pilates fuese más cara que una hora de poesía, por el hecho de que el mercado dicta los precios… ¿y el valor de las cosas?
Acabamos por no tener profesores de pilates.
Y en cuanto a los gintonics y los poemas ¿por qué se escriben en primer lugar unos y en segundo los otros? Está claro que, en este caso, no montan tanto los unos como los otros. El bar es, en primer lugar, un bar, luego, un sitio en el que algún poemita poco molesto puede caernos en las manos o en los oídos. Pero utilizar la poesía para resultar diferenciador, para resultar atractivo a un público pretendidamente culto, aunque sobradamente pedante y pretencioso, me parece ofensivo, insultante, menoscabo de lo que debería ser más sagrado en el mundo, algo que puede aportar esperanza, humanidad, esperanza en la humanidad, pasión, expresión, revolución…
Pero quizá algún día no espante sino que atraiga la Poesía con microcositas que la acompañen, el Teatro con microtontadas que lo pululen, la Cultura junto a las micropenitas que ahora la violan.

Esto no es una broma