Ya he votado

Creía que habría más
gente
pero estaba yo
solo
delante de la funcionaria
de correos
que se congratulaba de que no hubiera
nadie
no sé si se congratulaba de que no hubiera
nadie votando
o simplemente
de no trabajar.
Así que voté.
No sé si servirá para algo
pero voté.

Quizá me acostumbre a votar de esta manera.

Hoy voto por correo

Es cómodo y barato. Me hace sentir bien y como con la conciencia tranquila, pensando, además que quizá cambie alguna pequeña cosa en el futuro si todo el mundo lo hiciera. (Sobre lo poco que creo que se puede cambiar desde el gobierno político de una nación hipervinculada e hiperdependiente de decisiones exteriores o interiores pero más procedentes del ámbito económico que político, mejor no hablo en esta ocasión).

Este año me parece especialmente complicado votar porque lo más probable es que, llevado de la mano de la indignación que genera la mala gestión de la crisis, me dejase inducir por la idea de que cualquier cambio es mejor que estar como estamos. Pero no cualquier cambio. Sí que creo que conviene el cambio, pero no cualquiera.

Leyendo un buen artículo sobre La diferencia entre abstenerse, votar en blanco y no votarles me he sentido claramente identificado, en tanto que llevo un tiempo afirmando que uno de los peores males que tenemos en este país es el fuerte bipartidismo derivado, entre otras cosas, de una ley de representación electoral de dudosa efectividad, salvo para los que están en el gobierno y en la oposición.

Este año se están produciendo fuertes cambios en la forma de hacer política, no por los partidos políticos, sino por otro tipo de asociaciones que, gracias a la concreción de propuestas realizadas a través de Internet (la famosa Red 2.0 parece que empieza a tomar cuerpo), han llegado a movilizar a la población, como en el reciente Movimiento 15-M y su toma de la puerta del sol. Me habría gustado participar, sentirme fuerte como para acudir a la manifestación, no creo que lo suficiente como para acampar, pero sí para apoyar día a día a quien lo haga.

Miro con resquemor los movimientos que se han producido, dicen, por estas vías en los países del norte de África, sintiendo que no conocemos lo suficiente ni de su evolución ni de su verdadera gestación. No creo que realmente fuesen movimientos espontáneos, pero no sé en realidad qué los motivó, quién los necesitaba. Mi intuición me dice que tienen que ver con una guerra entre los intereses Chinos y los Occidentales en la esquilmada tierra africana, pero mi pobre intuición no me da detalles.

En cuanto a Islandia, país que siempre me ha atraído singularmente, querría saber más y de primera mano cómo se están desarrollando los acontecimientos allí, pero lo que parece evidente es que también en este caso, la forma de hacer política es distinta a la que llevamos contemplando desde hace más de 50 años. Recuerda a revoluciones más o menos aguerridas, pero habría que verlo y vivirlo allí.

Eso sí, no queda ya duda de que algo se está moviendo. El mundo occidental necesita un cambio, necesita una adaptación a una situación en la que los modelos (políticos, económicos y, posiblemente, sociales) han de ser puestos en cuestión, reformulados, reinventados.

Dependerá de nuestra participación (la mía y la tuya) cómo serán los nuevos modelos. Nos lo estamos jugando todo en estos días… no de votación, sino de participación.

Me voy a votar.

Esto no es una broma