De vacaciones

Escribir este diario es un trabajo y me voy de vacaciones.

Representar las palabras o las ideas con letras u otros signos trazados en papel u otra superficie esta relación histórica de lo que ha ido sucediendo por días, o día por día es una obra, resultado de la actividad humana y me voy de descanso temporal de una actividad habitual, principalmente del trabajo remunerado o de los estudios.

Despidiéndome con un texto de literatura definicional oulipiana.

escribir. (Del lat. scrib?re). 1. tr. Representar las palabras o las ideas con letras u otros signos trazados en papel u otra superficie. 2. tr. Componer libros, discursos, etc. U. t. c. intr. 3. tr. Comunicar a alguien por escrito algo. U. t. c. intr. 4. tr. Trazar las notas y demás signos de la música. 5. prnl. Inscribirse en una lista de nombres para un fin. 6. prnl. Alistarse en algún cuerpo, como en la milicia, en una comunidad, congregación, etc. ¶ MORF. part. irreg. escrito. ~ muy tirado, o ~ tirado. 1. locs. verbs. escribir muy deprisa. no ~se algo. 1. loc. verb. U. para denotar gran encarecimiento. No se escribe lo rico que es.

diario, ria. (Del lat. diar?um). 1. adj. Correspondiente a todos los días. Salario diario. Comida diaria. 2. m. Relación histórica de lo que ha ido sucediendo por días, o día por día. 3. m. Periódico que se publica todos los días. 4. m. Valor o gasto correspondiente a lo que hace falta para mantener la casa en un día, y lo que se gasta y come cada día. 5. m. Com. libro diario. diario de máquinas. 1. m. Aquel donde los maquinistas, a bordo de los buques, registran cuanto dato conviene al funcionamiento de las máquinas y al consumo de combustibles y lubrificantes. diario de navegación. 1. m. El personal y obligatorio que llevan a bordo en la mar los oficiales de marina, donde registran los datos náuticos, meteorológicos, acaecimientos, etc., que constan en el cuaderno de bitácora. diario de operaciones. 1. m. El colectivo de las unidades armadas y de los buques de guerra, donde se registran las operaciones en que toman parte y sus vicisitudes más importantes. a diario. 1. loc. adv. Todos los días, cada día. de diario. 1. loc. adv. a diario. 2. loc. adj. Dicho de un vestido: Que se usa ordinariamente, por oposición al de gala.

trabajo. 1. m. Acción y efecto de trabajar. 2. m. Ocupación retribuida. 3. m. obra (? cosa producida por un agente). 4. m. Obra, resultado de la actividad humana. 5. m. Operación de la máquina, pieza, herramienta o utensilio que se emplea para algún fin. 6. m. Esfuerzo humano aplicado a la producción de riqueza, en contraposición a capital. 7. m. Lugar donde se trabaja. Vivo muy lejos de mi trabajo. 8. m. Dificultad, impedimento o perjuicio. 9. m. Penalidad, molestia, tormento o suceso infeliz. U. m. en pl. 10. m. Mec. Producto de la fuerza por el camino que recorre su punto de aplicación y por el coseno del ángulo que forma la una con el otro. 11. m. coloq. Cuba, Ur. y Ven. Preparación por medio de poderes sobrenaturales de una persona para protegerla o para perjudicarla, y de una cosa para usarla como amuleto. 12. m. pl. Estrechez, miseria y pobreza o necesidad con que se pasa la vida. ~ de zapa. 1. m. El que se hace oculta y solapadamente para conseguir algún fin. ~s forzados, o ~s forzosos. 1. m. pl. Aquellos en que se ocupa por obligación el presidiario como parte de la pena de su delito. 2. m. pl. Ocupación o trabajo ineludible que se hace a disgusto. ~ temporero. 1. m. P. Rico. Empleo parcial. tomarse alguien el ~ de algo. 1. loc. verb. tomarse la molestia. Le agradezco que se haya tomado el trabajo de venir a visitarme. ~ le, o te, mando. 1. exprs. U. para dar a entender que es muy difícil aquello que se trata de ejecutar o alcanzar.

vacación. (Del lat. vacat?o, -?nis). 1. f. Descanso temporal de una actividad habitual, principalmente del trabajo remunerado o de los estudios. U. m. en pl. 2. f. Tiempo que dura la cesación del trabajo. U. m. en pl. 3. f. p. us. Acción de vacar (? quedar un empleo o cargo sin persona que lo desempeñe). 4. f. p. us. Cargo o dignidad que está vacante.

Ventana 20011109. Viernes.

No hay tiempo ni para decir lo que habría que gritar y eso que con el paso de las guitarras que casi tienen las mismas palabras, las mismas letras que esas canciones anidadas por las que soy capaz de llegar al fondo más profundo de este párrafo.

Ella estaba tendiendo.
¡No! Ella está tendiendo y puedo ver cómo lleva en la boca una gamuza verde y recoge las prendas del fondo de la terraza que nos acoge.

Una blusa roja y sus manos acarician sin sensualidad alguna las camisas que van destendiendo.

No le comeré la boca con la que se desdibuja y veo cómo se aleja hacia el interior de lo desconocido que me invento desde lo conocido. En ese infierno, me encontraré con otros locos peligrosos a los que no dejan hablar porque no hay tiempo y la luz z z sigue quemando las gotas de silencio que cuelgan de las paredes.

Mi diario me abandona para irse al cine.

Eso de no saber ni matemáticas ni geografía… y ser periodista

Todavía me estoy riendo de las imágenes que me han venido a la cabeza leyendo la noticia sobre el barco para extraer gas natural de las profundidades marinas.

Según esta,

En las profundidades del mar existe gran cantidad de gas, pero a cientos de miles de kilómetros de la costa o del gasoducto más cercano.

Sí, sí, has leído bien… a cientos de miles de kilómetros de la costa. Ahí es nada. Teniendo en cuenta que la circunferencia más grande que se puede trazar sobre la superficie de la tierra es de unos 40.000 kilómetros, esos cientos de miles han dado un par de vueltas y media para volver al lugar en cuestión o han ido dando un paseo que ni un taxista con mala leche.

Les he enviado un email con la observación, porque aún estoy riéndome de las imágenes de barcos que recorren el espacio sideral hasta llegar a unos 200 kilómetros de la costa después de estar casi en la órbita lunar, o barcos que recorren curvas fractales sobre la superficie poco euclídea de esta bolita llamada mundo.

Desde luego… no saber matemáticas sumado a no saber geografía hace que un periodista sea tan hilarante como el mayor de los payasos de circo… pero estos saben que lo son.

la cada

las
cada
ante la cañada
loco
amenaza
una frase
encontrar
de nuevo ese camino
murió
cuadradoluz
solos
amargos
un -s
en la niebla
de
sus llamadas
vez salvación
forman
corazón
caer
de la
del revés
comete
que
se entristece
y estúpido
de la lobotomía
volver
para
cuando Tania
ni un centímetro
la
sentirse
de sueños
entre la niebla
llama
entre
otra su
hoy
de un
la que
altura
que
sordera
un grajo
sin un ápice
un paraíso caliente
la que logro
gritar
de la distancia
puede
contra
uno
una ventana
está
a morir
la alcaldía
del mundo
y ser
uno apagado
en a
la
entretenimiento
la
como
de labor
en el que barrer
y es una vez más
hay que
azulejos
hasta que echo
acaudillados
para
azules
ella no
?do
contra
el fin
una a
que
latidos
(sin alma)
su nombre
Sentido.

azul
torpeza
estaba
sin sentido
hacía
un ruido ensordecedor
de los
amarillo
mente
de las
de
famélicos
llenasen
oigo música
sueño
crisálida
doloroso
aceras

lo
de nostalgia
suelo
de (algunas veces
de
previsto
de idas y venidas
huecas
para alcanzar
la noche
tiempos
en las
dunas
golosinas
andrajosas
de lágrimas
ahora que
se ha
osada
que abriga
piden
fuesen
sorben
las ramas (suspiros
alzan
invaden
como lágrimas
brazos
en bramidos
policías
de albal
tener
aunque
de
corazón
cayendo
realidad
.

un
por
(y
vez
en
esa cruel deficiencia
y paso en dolor
en el barro
bramidos
a brochazos
de
los una morada
labios
su alma
barro
putas
a mí
porque
más
tregua
sus pelos
Todo
lago
la
eso no
en la oscuridad
atrás
que apabuye
ese estómago
y la dureza de la
más allá
mi corazón.

Ejército
poemas
ojos
en la ventana
mirada
es una gris y
en las
como
todo
allá sin
por el
Tiene

Eres producidas
acaece
otra y otra
un asustado
el tiempo en peso
como los ojos
aparecieron
apuntalar
un libro
si de viento
y ys-m
de amar
en este
y unas
acceso
saben
escapar
sin cuando
.

Meditaciones de un rehabilitante (I)

El hombroTengo diagnosticada una tendinitis del manguito rotador en el hombro. Ya me pareció gracioso cuando me lo dijeron. Tener en el hombro una pieza llamada manguito rotador me hacía recordar a los manguitos flotadores que se usan cuando se está aprendiendo a nadar. Claro, será que el nombre es asonantemente igual o que también son manguitos o que se ponen en los hombros. El caso es que me pareció tan gracioso que estuve a punto de reírme y no pude reprimir una sonrisa y una pregunta: ¿Qué es eso? que a mi médico le debió parecer ridícula.

Pero, aún así, me lo explicó.

Desde entonces estoy yendo a una clínica de rehabilitación en la que no paro de tener unas meditaciones de lo más variopintas, pero algunas de ellas son un poco obsesivas. Lo cual no me sorprende mucho, dada mi tendencia a la obsesión (famosa película, por otro lado).

Cada día, llego a Guzmán el Bueno 133 y entro en la clínica Arimón. Entro pensando que el nombre me recuerda a un limón, pero no digo nada. La puerta del edificio Britannia de rango y abolengo tiene un portero vigilante que se pasa el día charlando con el vigilante de la urbanización. Me alegra, así no me pide los datos o me interroga acerca de mi destino, como ocurre en muchos edificios de Madrid.

Camino a lo largo del pasillo cuasi-parabólico y penetro en la sala donde, al menos 6 camillas están disponibles para realizar los ejercicios que cada paciente (usuario) tiene encomendados. También es donde las (recalco la a de las) terapeutas masajean a quienes lo necesitan.

Hay unas poleas para ejercitar la articulación del hombro y los codos que suelen estar ocupadas siempre, porque parece ser que tendinitis de manguito rotador, ahí donde se nombra, es de lo más común. Hay otros muchos artefactos o artilugios propios de cualquier campo de concentración o sala de torturas, algunos con cuero, otros de metal, pesas de distinta masa, barras de diferentes longitudes…

Y lo primero que intento es realizar «las poleas». Me he dado cuenta de que en este lugar los ejercicios son nombrados por la herramienta que se usa para realizarlos. Es como si dijese que voy a «el bolígrafo» en lugar de decir que voy a escribir y, mucho menos, para decir que lo que escriba será un poema, por ejemplo.

Realizo «las poleas» sentado, porque así es cómo debe ser hecho, con una mano asiendo una polea y con la otra asiendo la otra polea que está conectada con la primera, de modo que si hago una fuerza vertical y hacia abajo de una de ellas la otra experimenta una fuerza vertical y hacia arriba. Mientras estoy sentado pienso que no sé si la posición que adopto es la correcta: ¿debo sentarme un poco más adelante? Me dijeron que realizase la fuerza con la mano izquierda (el brazo izquierdo) que es el que tengo bien, pero ¿qué fuerza debo realizar? ¿de qué magnitud? ¿en qué dirección? ¿a qué altura del brazo derecho debo detenerme? ¿por cuanto tiempo debo detenerme cada vez que alcanzo el cénit?

Son casi diez minutos interminables durante los que no puedo dejar de pensar en esto. Pero es lo que me ocurre en los demás ejercicios. Son tantas y tan absurdas las dudas que sé que no debo preguntarlas, aunque es posible que alguna de las preguntas tenga sentido formularla a las terapeutas.

A, A, A… as…. as…. as…

Las pacientes, las terapeutas.

Apenas hay algún paciente masculino. No hay ningún terapeuta masculino. ¿Por qué?

Tengo una teoría que he ido formulando a lo largo de varias jornadas allí para ambas respuestas.

A los hombres no nos está permitido ser frágiles, rompernos, estar mal. Siempre tenemos que estar fuertes y sanos, incluso cuando no lo estamos. Aquel hombre que está mal es un débil y la debilidad no está tolerada entre los humanos del género masculino. Así que los pacientes que estamos por allí sentimos que no es nuestro sitio, que es un lugar para mujeres, regido por mujeres, casi como una peluquería en la que las máquinas de secar el pelo sostuviesen las permanentes de los rulos y el olor a amoniaco invadiese la pituitaria.

A los hombres no nos está permitido quejarnos. Y llorar… de eso ni hablamos. Así que, hombre, si lees esto, ya sabes, no vayas a una clínica, ni se te ocurra: eres un hombre, eres un hombre… y me acuerdo de In&Out y hasta me dan ganas de ponerme a bailar.

Y en ese ambiente tan recalcitrantemente femenino, es fácil entender porqué son mejores recibidas las terapeutas. Aunque otra teoría es que cuidar de otro ser humano es algo que hacen las mujeres de manera natural. Lo aprenden en la maternidad. Ja!

Esto me lleva a pensar que la paternidad no cuida de la manera que cuida la maternidad, pero claro, ahora que los roles profesionales han puesto las cosas de otra forma a como era hace siglos, quizá deba cambiarse también esta idea. La paternidad debe ser tan cuidadosa con otros humanos como lo es la maternidad. Y esa paternidad/maternidad más igualadas quizá acabe llamándose fraternidad en el sentido que le dio la Revolución Francesa, de cuidar los unos de los otros. O así me gustaría que fuese. Una fraternidad en la que los humanos cuidasen a los humanos por el placer de hacerlo, no por la recompensa, ni en el más allá ni en el más acá. Sino por el placer de hacerlo.

Mañana seguiré.

Ventana 20011107, Miércoles.

Con nitidez puedo ver las novedades de camisas a cuadros colgando en perchas en la primera segunda cuerda. En esta aquella unas camisetas boca abajo.

Su hombre está en casa. Con los 2 hijos de Nueva Zelanda, grandes y asilvestrados. No han ido a la manifestación a la que yo no he ido y yo (insisto) estoy sentado en un taburete de tres patas negro escribiendo mi dolor de estómago sin esperanza de curación ni un abanico de enjambres de ojos que acarician el devenir del sol cayendo en esta tarde tonta de noviembre.

Alcantarillas en forma de pinza verde para tapar el mal olor. Hoy un tipo casi me derriba o provoca mi vómito con un hedor incomparable. Se agrió mi expresión con el dolor de la derrota. Hoy pensé que mi trabajo será siempre un quebradero de cabeza y debería dejarlo para escribir pero tengo pánico ante la idea de no escribir así tampoco y comprobar que mi vida es una ficción que termina en el párrafo menos imaginativo de Dios.

El bolígrafo se ha declarado en huelga y tengo que creer que solo puedo escribir con los eructos que rompen el silencio un poema puerco para agrandar el horizonte a base de pedos contra los hijos de puta que quiero acribillar.

Mi cabeza me pide sangre: degollar a los lobos para ser un gorrino, un animal libre con un cerebro comestible y ratas en el estómago, ese que escribe, pidiendo la libertad a ritmo de puericultor.

No entiendo qué quiero decir.
No entiendo si tengo algo que decir.
Tengo miedo. Digo esto.

Ayer fue 18 de Julio

Y hacía 75 años desde el levantamiento (golpe de estado) que llevó al poder de este país a un dictador durante 40 años. En El País, lo celebraron con una serie de artículos de un Especial 75 años de Sublevación.

Sigo sin comprender cómo no se hace nada por borrar aquella etapa de nuestras vidas. La memoria histórica debería, entre otras cosas, dejar de llamar Nacionales a los que rompieron la nación. Serían los Antinacionales (antisistema, de alguna manera) los que se levantaron en armas contra un gobierno elegido democráticamente.

La bandera que usaron debería ser procesada. Es normal que aún hoy resulte duro levantarla sin sentir que es lo que aquellos hicieron.

Siempre comento con argentinos, orgullosos ellos de sus dictaduras, que la nuestra tiene la diferencia de haber sido de las pocas que no fue derrocada, sino que preparó su sucesión. Esto llamado transición no es ni más ni menos que continuismo. Seguro que algunos creen que no se podía hacer otra cosa entonces, pero yo creo que ahora ya no hay excusa: es momento de retirar carteles, símbolos, reescribir la historia desde la perspectiva del juicio que debió producirse y nunca se produjo.

Nuremberg juzgó a los nazis (por cierto, elegidos democráticamente). A Pinochet le juzgó La Haya. Garzón juzgó la dictadura argentina. ¿Quién juzgó los crímenes de Franco?

Lo peor de todo es la duración: 40 años de dictadura que acaba en una presunta dictablanda dan como resultado varias generaciones que han nacido en dictadura y que creen que es un sistema más o menos aceptable. Es más, quizá esto es lo más significativo de nuestra etapa: no nos atrevemos a levantar la voz porque siempre podemos ser encarcelados. Lo llevamos en la sangre, en la cultura que nos han inculcado desde que nacimos. Quizá cambien las cosas, poco a poco, con las siguientes generaciones. Quizá por ello es tan importante que en un lugar como España se haya producido el movimiento 15M.

40 años durante los que se fue gestando la reescritura de la historia y la educación, de modo que se ha ido enseñando que ese golpista era inevitable, era necesario, era, casi, beneficioso. Pero NO es verdad. No es más que la manipulación propia de todo estado dictatorial, como la que haría un buen Goebbels, pero es solo eso: una manipulación que, de tan oída, nos la hemos creído. Se la creyeron mis padres que nacieron años después del fin de la guerra y que nos inculcaron a los hijos casi sin querer, como el bautismo, como una tradición más, como esas cosas de la cultura que parece inevitable donar en herencia.

40 años durante los que la convivencia de la gente hizo necesaria la ocultación de los sentimientos políticos, no decir en qué bando estabas, cómo te había ido en la guerra, no vaya a ser que… y ese miedo latente se dejaba oír en mis abuelos.

Mi abuelo contaba cómo le habían reclutado los rojos en su Benamejí natal y le habían puesto un fusil al hombro y le habían lanzado a luchar. Le capturaron los «nacionales» y le iban a fusilar cuando un teniente intercedió por él porque le conocía y sabía que no era rojo, así que le pusieron un fusil del otro bando y le lanzaron a luchar.

Era todo lo más que le arrancabas. Aunque quizá nadie estaba interesado en saber mucho más. Así que todos contentos. De la guerra no se hablaba como no se hablaba de cagar a la hora de comer.

Y cuando ahora intentamos hablar del tema… todavía queda tanto miedo que las voces que se oyen son aplastadas por un mutismo que dice que para qué remover el pasado.

Ayer fue 18 de julio y apenas pasó nada. Sin embargo, cada 12 de octubre desde hace más de 500 años se celebra un día especial. ¿Para qué remover el pasado?

Eso sí, contentos porque el 18 de julio fue el día escogido para abonar la paga extra del verano. ¡Qué casualidad! ¡Qué contento estoy! Tengo pan, fútbol y toros… ¿necesito algo más?

Ventana 20011106, Martes

Encuentro ventanas dondequiera que mire o lea y hasta Kavafis parece estar haciendo este ejercicio regio que me abre una nueva huella del mundo en mi caminar.

No puedo ver las cuatro prendas tendidas allá y solo miro hacia mí, hacia dentro de un pozo de energía ausente. Me lamento, me compadezco por la fuerza que no tengo, por la generosidad que desperdicio, por el ánima volando, volando con estas alitas que salen desde mis omóplatos con la caricia de Dios. Todo lo digo para no llorar.

El silencio demoledor arruinaría mi confort. Creo que tengo que accionar y actuar y todo eso que tanto sé en una teoría tras teoría de desconocimiento que vale para todo menos para ver al otro lado de esa estúpida ventana que me oculta su rostro, el del vagabundo junto un montón amorfo de mantas y cartones que le supera, que le abriga y le acompaña mientras ni siquiera pide una limosna para cenar o para una pensión.

Madrid es una ciudad dura y al lado de mi terraza hay otra deshabitada en la que hoy podría dormir una docena de indigentes, de sin techo, de moribundos de frío y soledad y no hace falta un magnífico YMCA patrocinado por el ayuntamiento hoy tan feliz de haber atrapado a un par de hombrecillos que han puesto una bomba y no han causado (gracias a dios) muerto alguno. Hoy nuestro gobierno aprueba el bombardeo de Kabul y algunas zonas que, de repente, se han hecho existentes. Bombas que, inteligentes o no, caen encima de seres humanos que mueren, caen en fríos balances de víctimas de una guerra completamente justificada… pero… entonces, si estamos en guerra… ¿No es el terrorismo simplemente el otro bando? Se ve claro, pero no se debe decir.

Silencio matador, mutilante, sobre las víctimas de los atentados.

Esta ventana me deja ver al pobre indocumentado con esposas en la espalda custodiado por 3 policías agresivos de cuerpo y alma en plena calle. La dignidad de este hombre no está contemplada en los acuerdos de Ginebra, ni en las normas de la ONU, ni en la educación tradicional católica apostólica romana de sus guardias.

Vaya mierda de observador cobarde. Ni siquiera me atrevo a acercarme. Pero, eso sí, sigo haciendo cumplidamente mis tareas.

Ventana 20011105, Lunes

No sé qué pasa que no puedo escribir esto parece absurdo a lo largo y ancho de palabras volcadas a cuchillo en esta larga larga hoja cuadriculada que me recuerda viejos tiempos, tiempos de tinajas de amor y cuadernitos azules a la sombra de sótanos sin fin.

No sé qué pasa que esta ventana anidada en terraza es un muro insalvable, un muro de altura infinita sin un resquicio en sus oberturas de luz anaranjada por los que pueda ver una mujer desnuda, una prostituta haciendo su comercio, un hijoputa cargando su ira para arremeter a golpes de espolón contra los negros del barrio. O los chinos, igual da.

Solo veo ventanas, persianas a medio cerrar, sábanas o camisas tendidas en esta o aquella o aquella o esta cuerdas. Un cable, otro cable, un canalón para las gotas del cielo que están a punto de caer…

No me atrevo a ver: no veo o no quiero ver. ¿Por qué? ¿A qué le temo tanto? Tengo miedo a los fantasmas y a los vampiros pero sé que al otro lado de esa luz no hay fantasmas ni hay vampiros… ¿De qué tengo miedo?

Estoy solo y asustado. En mi taburete negro, como un ataúd con pinta de pajarera.

Tengo que afrontar algún día las enfermedades que me aquejan, las enfermedades que me acomplejan, el paso del tiempo… ese ir y venir de amigosconocidosdeasmigos que hace posible distinguir futuro pasado presente con ausencias… tantos silencios rotos…

Harto de lamentaciones

Programa en C que explica mi situación actual a la perfección… aunque algunos días es variable. Tengo pensada una versión posterior para mañana.

#include <stdio.h>
#include <string.h>
#include <stdlib.h>

#define LONG_ENLACE 15

main()
{
int estoyharto=10;
char comienzo[] = "Estoy";
char hartura[] = "harto de";
char enlace[LONG_ENLACE] = " estar ";
char motivo[] = "lamentaciones";
char *hartazgo = malloc(LONG_ENLACE*estoyharto*sizeof(char));

strcpy(hartazgo,hartura);
strcat(enlace,hartura);

while (estoyharto--) {
printf("%s %s %s.\n", comienzo, hartazgo, motivo);
strcat(hartazgo,enlace);
}
}

La salida de este programa compilado es la siguiente:

Estoy harto de lamentaciones.
Estoy harto de estar harto de lamentaciones.
Estoy harto de estar harto de estar harto de lamentaciones.
Estoy harto de estar harto de estar harto de estar harto de lamentaciones.
Estoy harto de estar harto de estar harto de estar harto de estar harto de lamentaciones.
Estoy harto de estar harto de estar harto de estar harto de estar harto de estar harto de lamentaciones.
Estoy harto de estar harto de estar harto de estar harto de estar harto de estar harto de estar harto de lamentaciones.
Estoy harto de estar harto de estar harto de estar harto de estar harto de estar harto de estar harto de estar harto de lamentaciones.
Estoy harto de estar harto de estar harto de estar harto de estar harto de estar harto de estar harto de estar harto de estar harto de lamentaciones.
Estoy harto de estar harto de estar harto de estar harto de estar harto de estar harto de estar harto de estar harto de estar harto de estar harto de lamentaciones.

Pero hay días que estoy mucho más harto.

Tengo que cambiar el programa para que la variable estoyharto pueda ser eso, variable. Y recoja un valor preguntándome cuánto harto estoy… es fácil, pero ahora tengo que irme. Puede que, en breve, suba la versión modificada para esto.

Me obsesionaba la idea de usar más espacio que el necesario, así que usé un puntero para el hartazgo. Podía haber usado un array de tamaño fijo (en las primeras versiones era así), pero ya lo tengo preparado para que el tamaño del hartazgo se fije en función de la variable estoyharto.

Qué tontería, podría decir… pero es que es lo que siento. Hartazgo, también, de desperdicios.

Esto no es una broma