Aunque parezca una broma, acabo de leer una noticia que se hace eco de que en Suiza se acaba de inscribir un partido que defiende, como único interés político, el cese del uso de este programa.
Así, el Anti PowerPoint Party, (APPP) sostiene que el uso de este software en entornos profesionales hace que se tienda a la simplificación del discurso que tan solo ha de ser apoyado en imágenes atractivas y menos en una coherencia que requiera reflexión por parte de quien atiende. ¿Solo el uso de ese software?
También advierte del problema de su utilización en la educación, fomentando una enseñanza más vertical en la que desaparece el intercambio, la relación profesor-alumno queda intermediada por una presentación que ha de resultar atractiva visualmente, dinámica, entretenida en resumidas cuentas. No es extraño: hasta se ha reducido la duración media de una película de entretenimiento para que los adolescentes aguanten.
No es que no esté de acuerdo con que el mal uso de una herramienta como esta puede llevar a vaciar de contenido los discursos o a que en la enseñanza se banaliza la exigencia para no espantar al cliente, que ha dejado de ser alumno para ser consumidor más o menos voluntario de saberes.
Lo que no puedo compartir es el uso de una marca registrada para inscribir un partido político. Power Point es tan solo un componente de la celebérrima suite de MicroSoft, MS Office. Porque, pregunto, ¿no sería lo mismo si las presentaciones se realizaran (como yo vengo haciendo desde hace años) con OpenOffice o LibreOffice?
Tampoco me parece razonable que un partido se inscriba con ese único objetivo. ¿Acaso no ha de tener un mínimo ideario? ¿Tan poco importante se considera ahora mismo la ideología política que cualquier motivo puede ser suficiente para aglutinar masas?
Me da por imaginar que ganan las elecciones (no es tan descabellado, teniendo en cuenta que, según afirman, en Suiza serían ya la cuarta fuerza política) y que, después de aprobar una ley que penalice de alguna manera el uso de este programa, se retiren dejando gobernar a quienes ellos decidan. ¿Ellos? ¿Quiénes son ellos? Qué miedo me da esta tendencia a la despersonalización.
Por cierto, en mi web hay intencionadamente pocas imágenes porque apuesto por el contenido, pero es algo que siempre me han criticado porque, dicen, vivimos en una era de dominio de la imagen. Aunque se podría añadir que una imagen seguirá valiendo siempre un equivalente de palabras (más o menos 1000, según el refrán).
Profundizando con el discurso del APPP, habría que reducir esa influencia dañina de la banalización del discurso no solo usada en esa aplicación, sino en los mensajes comerciales de televisión, de prensa, etc, así como en las páginas de internet que, en la mayoría de los casos, apuestan por un sloganismo masivo para resultar simples y, por ello, atractivas.
Y, para colmo de simpleza, proponen como solución alternativa el uso de pizarras de papel en las que el orador va escribiendo sobre la marcha. ¡¿Es una broma?! ¿Han tenido que hacer alguna vez una presentación delante de más de 20 personas en una sala con más de 50 metros cuadrados? Si acaso hubiesen propuesto como solución volver a las transparencias sobre retroproyectores, pero esa sugerencia suya es poco más que una idea friki llevada a la política seria.
Bajo toda esa parafernalia, en su web incluyen un par de enlaces que me hacen sospechar que el verdadero objetivo de esta gente es forrarse. Hay un botón en el que aceptan donaciones. Hay otro (en la web de un partido político) que te dirige a una tienda donde adquirir, por un no muy módico precio, un libro en el que te enseñan las maldades del uso de tan diabólico programa.
Por favor, que la política vuelva a tener tintes ideológicos es fundamental. Vamos de mal en peor… y la que se avecina es cada día más populista, simplona, vacua… como la televisión, como la prensa, como Internet… como todo.
Dejemos de lanzar mensajes simplistas nosotros mismos y empezaremos a comprender que el mundo es más complejo cada vez. Quizá este sea el verdadero problema, la sensación de que ante un mundo tan complejo no podemos decir nada que tenga mucho sentido. Así que, para no sentirnos impotentes, decimos lo primero que nos viene a la cabeza, aunque no hayamos pensado en sus implicaciones, raíces, motivos… y hasta pretendemos que exista un partido político que lo defienda.
¡Qué miedo!