Imágenes chocantes


Ayer hablaba con el ínclito Jaime Vallaure de esta imagen que rescaté de una edición online de El País. Me parece increíble cómo se mezclan caleidoscópicamente o de manera fragmentaria las cosas (imágenes en este caso) en una sola. Es divertido y espeluznante al mismo tiempo.

Y, en concreto, sobre esta imagen, después de encontradas las 7 diferencias, queda encontrar las similitudes: la primera que salta a la vista (a la mía, al menos) es la del tratamiento objetual que se hace de la mujer y la apelación al deseo sexual como motivo para provocar una u otra vestimenta. En pocas ocasiones (o ninguna) se presenta de esta manera la imagen del género masculino. Es decir, no somos objetos de deseo sexual. Ni siquiera somos tentaciones. Será por eso que los hombres se visten todos igual (más o menos), mientras las mujeres buscan diferenciarse, para resultar más atractivas. Más allá de los avances sociales en esta dirección, quedamos muy lejos de una verdadera igualdad de sexos. Desde Eva y la manzana, frente a Adán y el sudor de su frente… ¡ay, qué pocos cambios!

Eso sí, en Europa (Occidente) se ha venido escindiendo esa visión siempre sexista en las 2 mujeres de Adán: Eva, la casta tentada y, ¡oh, pobrecita! por ello obligada a la sumisión al macho y Lilith, libidinosa y desvergonzada, espontánea, castigada a ser deseada por los hombres. A muchos nos encanta ver mujeres con poca ropa, deseables, carnales, pero muchos desean que su esposa sea de las que no muestran sus encantos, ni por supuesto sus hijas, ni mucho menos sus madres. Doble moral.

Esto en cuanto a la visión de la mujer. Ni hablar de la invisibilidad (salvo en los círculos homosexuales, que gracias, quizá, a ello, son más igualitarios) de los cuerpos masculinos y sus atributos sexuales. No parece ser deseable ni siquiera por las mujeres, cuyas revistas (las que principalmente van dirigidas a ellas) no muestran más que uno o dos hombres, generalmente maduros, en fotos recatadas, salvo excepciones casi adolescentes. Como si después, la publicidad fuese metiendo a las hembras en la vereda de la evanidad, haciéndolas castas, admirando a los hombres por sus (presuntos) intelectos, diciendo de ellos que son interesantes antes que macizos.

Poco a poco se notan cambios, pero tan poco a poco… ¿soy muy impaciente? ¿hay quizá alguna razón para que esto sea así?

Yo no lo creo. Ni que la razón sea más que puramente cultural. Y la cultura evoluciona, despacio, generacionalmente, pero evoluciona y quizá algún día puedan verse imágenes como estas en las que los retratados sean hombres, frente a hombres que van a trabajar preocupándose por su aspecto físico, intentando diferenciarse en la apariencia, porque la alternativa de encontrar mujeres que no desean preocuparse por su aspecto físico es algo que no me parece en absoluto un logro social.

Pero estas cuestiones ya se debatieron largo y tendido en los diversos periodos (olas) de los movimientos feministas. Para lograr la igualdad de géneros, queda por hacerse la revolución masculina. ¿Quién empieza?

Un buen trabajo

Hemos terminado la intramudanza que nos ha llevado más de un mes de vida nómada, itinerante, agradecidos por la generosidad de nuestro entorno que ha demostrado que, en época de crisis, este país tiene la salvaguarda de los recursos sociales del entorno de amigos y familiares.

Frente a los que abogan por una mayor movilidad laboral, como la que se produce en lugares como EEUU, hay que contraponer las ventajas derivadas de tener a la familia y los amigos muy cerca. Esta red (social, pero de verdad) hace menos dura la caída. Y ahora estamos cayendo.

Además, quería mencionar en algún lugar (y lo seguiré haciendo) la buena labor del hombre que hemos contratado para realizarla. Empezaré por dejar sus datos para quien quiera recoger el testigo y emplearle:

Volodymyr Davydyuk
622125422
constructowood@hotmail.com

Es un hombre de origen ucraniano que habitó durante varios años en Canarias y después….
(sigo luego) (ya sigo)
vivió en Madrid mientras se construía sin parar. Hasta que se ha parado. Y se encuentra con pocos encargos y está pensando en irse de vuelta a Canarias.

La cuestión importante, más allá de su biografía y/o su pasado y procedencia, es que pocas veces había imaginado que un trabajador de este sector fuese tan cuidadoso, cordial, amable pero sin tomarse excesivas confianzas, delicado y al mismo tiempo claro cuando hay que serlo, puntual, que ha hecho que la obra haya sido más llevadera de lo que parece ser habitual.

Es más que recomendable contar con él para obras de cualquier envergadura, pues igual cuenta con la capacidad organizativa suficiente para trabajar con una cuadrilla y ejercer de jefe de obra que es un manitas que trabaja pequeñas labores en una casa, como puede ser arreglar una cisterna, prolongar un armario, cambiar el cableado eléctrico, pintar las paredes, haciendo el gotelé a mano y procurando que el grano tenga el mismo grosor homogéneo en todo lo nuevo que en lo que ya estaba pintado.

Llegué a «enfrentarme» con él porque era tan detallista como para que en el fondo de un agujero de una canaleta técnica de un armario que nos hizo a medida y que iba a estar tapado por un embellecedor, él no quería que la protección de la madera se pudiese ver afectada. Yo no podía entenderlo, ¿pero si no se va a ver jamás? Da igual, me dijo, es que me gusta hacer bien las cosas.

La verdad, ha hecho la obra como si se hubiese tratado de un trabajo artístico, cuidado al máximo, como si fuese para él y no solo por dinero. Por cierto, tampoco resultaba ser el más caro de los presupuestos que barajamos.

Es increíble, pero hasta siento que le vamos a echar de menos. Su sonrisa afable, su cordial manera de ayudarnos a tomar decisiones, de sugerir sin imponer su criterio, de buscar soluciones a problemas, en lugar de encontrar problemas antes de las soluciones.

Sinceramente, contratarle fue lo más acertado que he hecho este año. Y la obra lo atestigua. Estamos encantados.

Las manías de las redes sociales

Comprendo que mucha gente se aburra con la interfaz de una aplicación web como es esta de las redes sociales. Facebook cada cierto tiempo se ve obligada, seguramente por esta razón, a modificar su aspecto. Pero a mí me está terminando por hartar.

No he sido muy amigo de las famosas redes sociales desde su inicio. Es más, nunca le he acabado de ver el valor añadido del que presumen. Creo que, más bien, son aplicaciones sofisticadas que se han vendido como una revolución de Internet. La revolución es Internet. Las redes sociales son Napoleón cañoneando al pueblo.

De hecho, me asusta que la dependencia de 2 o 3 empresas sea tan grande como para que nadie sepa buscar nada si no es con Google, nadie sepa enviar un email si no es con gmail o hotmail, nadie sepa conectarse a otros si no es con FB o Twitter, nadie sepa subir vídeos si no es con youtube, etc… Nos acabamos olvidando que Internet era un medio por el que infinidad de servicios pudieron ser prestados al mismo tiempo y hacer, de este modo, mucho más sencillo el acceso a ellos por parte de diferentes usuarios o clientes.

Ahora, incluso, ofrecen a sus usuarios meterse en los servicios que otras de estas empresas están ofertando (google se mete en redes sociales, facebook quiere que tenga email, hotmail… bueno, es de bill gates…) y todo eso para nada, para que no les necesite… y sin embargo pierda un enorme tiempo de mi vida, de mi valiosa vida, usándolos.

¿Quiere eso decir que no me gusta Internet?

En absoluto: me encanta la libertad de una red neutra y mundial, una infraestructura libre de protocolos propietarios (y esto es por lo que me cabrea que skype no funcione (bien) en mi ubuntu) y donde la única ley sea la del respeto (así que hay que enseñar a respetar y no a obedecer), un lugar virtual en el que no repetir los errores de monopolios u oligopolios globales tan normales en el mundo no virtual…

¡Pero seré ingenuo! Nunca han estado verdaderamente separados: Internet comenzó ni más ni menos que como un proyecto de investigación del ministerio de defensa de los EEUU. Y si ha llegado a triunfar en Europa ha sido gracias al beneficio que ello le ha dado a las telefónicas. Bueno, en realidad siempre lo he sabido. Pero dentro de ello, podía mantenerse una cierta libertad aprovechándose de la competencia (más o menos libre) una vez que se superaba la aceptación del oligopolio de ISPs.

Si ahora va desapareciendo esa posibilidad de tener formatos diversos, de tener protocolos abiertos, de usar emails, dominios, websites propios para ir cediendo nuestra libertad en aras de una presunta mayor simplicidad, estamos siendo manipulados por nuestra desidia, por culpa de nuestra incapacidad para la adaptación a la tecnología. Pero sin embargo hacemos el esfuerzo de adaptarnos a las modificaciones de las interfaces de aplicaciones como FaceBook, Google, Skype, BlogSpot, Flicker, Youtube, MSN-WLive-Hotmail….

Por eso seguiré intentando ayudar a quien quiera ir contra corriente un poco por mantener esa sensación de aire en la cara que se puede confundir con libertad.

Instalo linux a quien me lo pida, doy albergue a websites gratuitamente, registro dominios con Gandi.net (que es una grande, pero no tan grande), ofrezco algún que otro servicio de ftp, email y lo que pueda.

¿Te interesa?

Sopas y sopitas

Este verano hemos hablado Carmen y yo mucho acerca del deseo de cenar en casa más a menudo, entre otras cosas porque con la que está cayendo desde el punto de vista económico, es un ahorro considerable, pero además porque es más saludable y más agradable.

Y ella insiste en que cenaría todas las noches sopas, así que hemos decidido hacerlas con frecuencia y en abundancia. En ocasiones congelarlas para luego, en un pis-pas, tenerlas disponibles para cenar a las horas a las que solemos volver.

(Hablando de volver… el sábado estuvimos viendo La piel que habito, de Almodóvar y me pareció un soberano tostón pajillero, muy en la línea de Médem, pero más estrambótico, rocambolesco y caprichoso. Decepción profunda)

Tras el inciso, dejo la receta de la sopa que ayer hice en menos de 10 minutos de preparación y media hora de cocción.

Ingredientes:

  • 3 cucharadas de aceite de oliva
  • 1 diente de ajo
  • 1 puerro (con su parte verde)
  • 2 tomates maduritos (como yo)
  • una pastilla de caldo de verduras
  • un puñadito de pasta de estrellas
  • 3 vasos de agua

Preparación:
Eché en una cazuela antiadherente un chorrito de aceite. La puse a calentar a fuego de escasa intensidad y mientras pelé un diente de ajo grandecito. Usé el famoso truquito de golpear con el cuchillo el lateral del diente para que el pelado se haga más fácilmente. Corté en trozos grandes (no láminitas como suelo hacer) y lo agregué al aceite aún no caliente.

Corté en rodajas finas un puerro con la mayor parte de su parte verde (forma de aprovecharlo más y además de usar lo que tiene más fibra, según creo) así, por otro lado, le damos un poquito de color verde al sofrito. Añadí 2 tomates cortados en trozos pequeños, pero no demasiado. Esta imprecisión es muy propia de toda receta de cocina, así que lo dejo como está.

Cuando el puerro se fue deshilachando y cogiendo color, añadí el puñadito de estrellas que tenía por casa y que no sabía cuándo usar, porque suelo usar los fideos cabellinos que son de cocción mucho más rápida.

Tras mezclarlos bien con el sofrito, vertí una taza de unos 220 ml de agua en la que había semidisuelto una pastilla de caldo de verdura. Lo ideal habría sido disponer de ese caldo naturalmente, fácil de hacer con restos de verdura. Añadí otras 2 tazas de agua aprovechando así para limpiarla.

Subí la intensidad del fuego al máximo y esperé unos 25 minutos para que la pasta estuviese bien cocida. La cocción de la pasta proporciona espesor a la sopa. Estuvo rica rica…

Ventana 20011112, Lunes

Cara de pánfilo. No hay nada como ver esa ventana para darse cuenta de que soy un pánfilo. A través de ella me veo suplicando a la realidad otra forma que no tiene, me veo intentando encontrar un poco de abono para las plantas de la casa, me veo llorando como hace milenios bajo la mesa azul.

En esa casa hay una mesa azul y yo estoy debajo. La pared tiene agujeros de los juegos de mis uñas mojadas en sudor. La pared es gris en el fondo de esos agujeros donde no llega el sonido del mundo. Un tipo al lado me mira dándome unas explicaciones que ni siquiera le he pedido y cuando voy a pagar me pregunto si me van a cobrar por las camisas desaparecidas.

Tengo cara de pánfilo. El dueño de la tienda mira con un ojo hacia el árabe que intenta justificar la desaparición y con el otro a mí. Me mira y a través de su cerebro liso me conecto con la situación. Es una ventana que como espejo muestra lo que está pasando mirado por mí: No sé mirar.

Tengo ganas de irme y de llorar.

Pienso si la camisa negra que llevaré a Londres está entre las seleccionadas y me voy. Salgo a la calle con 11 camisas pensando que tenía que hacer algo y al mismo tiempo pensando que esa ocasión es muy buena para escribir un relato titulado Cara de pánfilo, autobiográfico, por supuesto, pero no sé si lo escribiré o lo introduciré a capón en la ventana de enfrente para sacarlo con el abrebotellas de mi perseverancia.

En la ventana hay un niño llorando que no encuentra la mesa azul. Se siente viejo y cansado y no tiene ganas de llorar, pero llora porque no encuentra la mesa… No hay forma de huir, no hay forma de huir.

Con cara de pánfilo mira hacia mí y ve un espejo en el que se refleja él, que es otro espejo…


Hoy que está todo oscuro empiezo a ver algo a través de esa luz ciega, a través de esa noche imposible. Empiezo a ver luz en la tiniebla, un hilillo de fe en mí, perdido siempre en la nadatodo.

Me duele la tripa, casi me salgo completo. Encaramado en mi pajarera me siento ridículo e incómodo, pero más fuerte, con letras que hacen hombres, hembras, rajas copónicas y cortas costras arañando el perfil de vientos que azota la terraza. Las dos cuerdas silban, las pinzas son el cuerpo del violín que me viola, en esta postura idiota, mojado en sudor y cansado; pero fuerte fuerte, aún más fuerte, como a punto de fritar y soltar el animal que me habita y vuela, volará a la terrazas con las garras enhiestas, arrancará las entrañas de esa mujer que un día vi tendiendo y permitió mientras me miraba que me masturbase dibujando con mis ojos su silueta de verano. Llevaba poca ropa y yo tan solo unos calzoncillos azules de tipo slip en los que introduje mi mano derecha para calentarme, aunque era verano y hacía calor. Eran las 6 de la tarde y se veía perfectamente, tan perfectamente que se veía mejor que si no se viese. Esto, parece absurdo, pero, en realidad, lo es.

Podía ver sus pechos abultados bajo su camiseta de algodón blanca, dos tirantes gastados sujetos a los hombros, llenos de ganas de ser acariciados.

Se me llenó la boca de saliva…

de los derechos y deberes de los cónyuges

Hoy he estado en la boda de mi amigo Fernando Becerra con su pareja, Paco, y me quedé pensando si los del famoso foro por la familia se daban cuenta de que estaban encontrando aliados. Por momento me planteé la duda de si podían adoptar, por ser una pareja gay, pero luego me confirmaron que sí, que no había ningún problema.

DE LOS DERECHOS Y DEBERES DE LOS CÓNYUGES

Artículo 66. Redacción según Ley 13/2005, de 1 de julio.

Los cónyuges son iguales en derechos y deberes.

Artículo 67. Redacción según Ley 13/2005, de 1 de julio.

Los cónyuges deben respetarse y ayudarse mutuamente y actuar en interés de la familia.

Artículo 68. Redacción según Ley 15/2005, de 8 de julio.

Los cónyuges están obligados a vivir juntos, guardarse fidelidad y socorrerse mutuamente. Deberán, además, compartir las responsabilidades domésticas y el cuidado y atención de ascendientes y descendientes y otras personas dependientes a su cargo.

Me lo he pasado genial en la boda… ojalá todas fuesen como esta, con esta ilusión y esta autenticidad. Y eso después de llevar más de 19 años juntos. ¡Qué maravilla!

Comer y no comer

En algunos restaurantes, se ha puesto de moda muy muy cool no servir pan, no poner manteles, no poner servilletas, no poner azúcar, no ofrecer agua… pero eso sí, la comida tiene la pretensión (a veces solo eso) de ser excelente. La poca comida, hay que añadir.

Hoy hemos estado comiendo en un restaurante con una estética cuidada que mezclaba el ambiente de un café informal con el de un restaurante de diseño de quien tiene añoranza por lo pobre, lo rústico, lo casual. Pero nada lo es. No es casual que los camareros o camareras del local no tuviesen ni idea de lo que es atender en un servicio público, no es casual que no cobren demasiado, tan solo 8,50€ que hace unos años sería un auténtico lujo, ni que esté situado entre mi barrio y chueca. Lo más de lo más.

Pero lo demás es que he comido poco, una comida de evidente necesaria mejoría, con un servicio pésimo, en un lugar pretencioso. Me he sentido como si me hubiese comprado unos pantalones vaqueros rotos y hubiese tenido que pagar por los rotos… ¡Uy! si eso ya existe.

Espero que no se extienda la costumbre. Adoro comer en restaurantes que cuidan la comida, tanto el acto social como el gastronómico, pero sin olvidar, sin olvidar en ningún momento, que hay que saciar un apetito a un precio asequible; de lo contrario, prefiero hacerlo en casa.

De nuevo en casa

Casi sin conexión, casi sin poder hacer otra cosa que no sea esperar a que Volodimyr termine las últimas cosas pendientes, pero de nuevo en casa.

Con ganas de recuperar mi router wifi y no esta precaria conexión a Internet vía mi móvil de segunda generación con su GPRS más o menos cutre, pero eficaz. Me ha costado conseguir que mi ubuntu querido consiga conectarse de esta manera, pero ya lo he logrado, justo dos horas antes de poder tener una buena conexión… pero ya no podía aguantar más.

Los libros ya están de nuevo en orden. Orden alfabético, como debe ser. Aunque los de arte los he colocado según otro criterio. Es raro encontrarse un libro de Asimov tan cerca de Auster, pero es tan divertido al mismo tiempo… ¿Será una forma de afirmar o confirmar que la Poesía y la Física no están tan lejos, que la metafísica no está más allá de la física, sino en mitad de la misma?

Querido Aristóteles, qué lejos estás de Platón y Sócrates y qué cerca de Arquímedes, Apollinaire, incluso. ¡Diviértete con ellos!

Receta para alimentar la Tierra (una pequeña porción)

Este año he vuelto a participar en los encuentros que organiza Luis Elorriaga en su terrenito de Caudete llamados con cierta pompa «Encuentros Internacionales de Arte de Acción y Performance». Bien es cierto que son encuentros, que son internacionales y que suelen girar en torno al Arte de Acción y la Performance.

He presentado la pieza «Receta para alimentar la Tierra» quizá porque estoy en un momento muy culinario. La expongo aquí tal como la concebí. Se parece bastante a cómo la realicé.

Receta de cocina para alimentar la Tierra

Está receta que incluye alimentos físicos y psíquicos es casi una acción psicomágica para darle a la Tierra algo de lo que me ella me da. Su preparación incluye una reflexión sobre qué cosas me nutren y/o nos nutren que no son solamente aquellas sustancias palpables a las que habitualmente llamamos alimentos.

Es recomendada especialmente para momentos de estreñimiento ocasional del planeta, como los que ahora vivimos, aunque su ingesta debe ser realizada con regularidad para que se produzca la adecuada asimilación de los nutrientes.

Pediré ayuda a los asistentes al evento para que distribuyan la comida entre los pedazos de tierra que elijan, aquí o allí, en sus propios terrenos o en este.

Ingredientes para una receta con la que alimentar la Tierra (una pequeña porción)

  • 3 kg de tierra del lugar
  • 1 litro de agua
  • 2 huevos crudos
  • 1/2 litro de leche
  • 2 dientes de ajo
  • Una cebolla pequeña
  • Un chorrito de aceite virgen extra
  • Un puñado de almendras sin pelar
  • Cuatro pedazos de la camiseta de algodón que lleve puesta
  • Un mechón de pelo (preferiblemente rubio)
  • Cera de los oídos extraída con un palito de algodón
  • Raspado de piel muerta de un brazo (con piedra pomez?)
  • La ceniza de varias páginas de un libro de poesía (o poemas escritos para la ocasión)
  • Tres figuras geométricas construidas con algo del lugar
  • Un Tango de Hugo Díaz (fueron 2)
  • Un recuerdo
  • Algunas hojas y pequeñas ramas para decorar

Preparación

En un cubo de plástico o, idealmente, en una cazuela grande de barro, echamos un poco de aceite y lo frotamos bien contra la superficie. Calentamos con un Tango de Hugo Díaz.

Cortamos los 2 dientes de ajo en finas rodajas y lo echamos en el fondo del cubo. Cortamos la cebolla en trocitos pequeños y lo agregamos a ese falso sofrito. Reservamos las pieles para adornar.

Mientras se va calentando cortamos varios trozos de la camiseta que lleve puesta y varias páginas de un libro de poesía. Pedimos entre los asistentes un mechón de pelo, preferiblemente rubio. Pedimos entre los asistentes un poco de cera de las orejas (3 palitos). Recortamos los algodoncitos y reservamos.

Echamos 3 Kg de tierra en el sofrito y cuando se empiece a abrir añadimos el agua poco a poco. Cuando consigamos una pasa más o menos homogénea y barrosa, añadimos los huevos crudos, con cáscara incluida, las almendras, los trozos de camiseta, el mechón de cabello, la cera de orejas (solo los algodoncitos), un recuerdo susurrado y la leche.

Sobre la masa resultante, predemos fuego a 3 o cuatro hojas de un libro de poesía (pueden ser de distintos libros). Añadimos una letra A dibujada grande en homenaje a Joan Brossa, como es de suponer. Sobre el fuego aún encendido lanzamos 3 figuras geométicas (un segmento, un triángulo y un hexaedro, quizá de papel). Esperamos que se consuma el fuego moviendo lentamente si fuera necesario.

Presentación e ingesta

Presentamos adornándolo con unos soplidos, unas ramitas recogidas y unas cuantas hojas caídas del otoño incipiente. Le damos a varios voluntarios unas raciones (sobre hojas de papel en cucurucho) para que puedan nutrir las tierras que les pertenecen.

Yo, por mi parte, agarro el sobrante y lo esparzo sobre un terreno previsto para ello sobre el que pueda tumbarme para abrazar el planeta. Quizá, incluso, besarlo.

Servir con un chupito de vino blanco frío.

Esto no es una broma