Receta para alimentar la Tierra (una pequeña porción)

Este año he vuelto a participar en los encuentros que organiza Luis Elorriaga en su terrenito de Caudete llamados con cierta pompa «Encuentros Internacionales de Arte de Acción y Performance». Bien es cierto que son encuentros, que son internacionales y que suelen girar en torno al Arte de Acción y la Performance.

He presentado la pieza «Receta para alimentar la Tierra» quizá porque estoy en un momento muy culinario. La expongo aquí tal como la concebí. Se parece bastante a cómo la realicé.

Receta de cocina para alimentar la Tierra

Está receta que incluye alimentos físicos y psíquicos es casi una acción psicomágica para darle a la Tierra algo de lo que me ella me da. Su preparación incluye una reflexión sobre qué cosas me nutren y/o nos nutren que no son solamente aquellas sustancias palpables a las que habitualmente llamamos alimentos.

Es recomendada especialmente para momentos de estreñimiento ocasional del planeta, como los que ahora vivimos, aunque su ingesta debe ser realizada con regularidad para que se produzca la adecuada asimilación de los nutrientes.

Pediré ayuda a los asistentes al evento para que distribuyan la comida entre los pedazos de tierra que elijan, aquí o allí, en sus propios terrenos o en este.

Ingredientes para una receta con la que alimentar la Tierra (una pequeña porción)

  • 3 kg de tierra del lugar
  • 1 litro de agua
  • 2 huevos crudos
  • 1/2 litro de leche
  • 2 dientes de ajo
  • Una cebolla pequeña
  • Un chorrito de aceite virgen extra
  • Un puñado de almendras sin pelar
  • Cuatro pedazos de la camiseta de algodón que lleve puesta
  • Un mechón de pelo (preferiblemente rubio)
  • Cera de los oídos extraída con un palito de algodón
  • Raspado de piel muerta de un brazo (con piedra pomez?)
  • La ceniza de varias páginas de un libro de poesía (o poemas escritos para la ocasión)
  • Tres figuras geométricas construidas con algo del lugar
  • Un Tango de Hugo Díaz (fueron 2)
  • Un recuerdo
  • Algunas hojas y pequeñas ramas para decorar

Preparación

En un cubo de plástico o, idealmente, en una cazuela grande de barro, echamos un poco de aceite y lo frotamos bien contra la superficie. Calentamos con un Tango de Hugo Díaz.

Cortamos los 2 dientes de ajo en finas rodajas y lo echamos en el fondo del cubo. Cortamos la cebolla en trocitos pequeños y lo agregamos a ese falso sofrito. Reservamos las pieles para adornar.

Mientras se va calentando cortamos varios trozos de la camiseta que lleve puesta y varias páginas de un libro de poesía. Pedimos entre los asistentes un mechón de pelo, preferiblemente rubio. Pedimos entre los asistentes un poco de cera de las orejas (3 palitos). Recortamos los algodoncitos y reservamos.

Echamos 3 Kg de tierra en el sofrito y cuando se empiece a abrir añadimos el agua poco a poco. Cuando consigamos una pasa más o menos homogénea y barrosa, añadimos los huevos crudos, con cáscara incluida, las almendras, los trozos de camiseta, el mechón de cabello, la cera de orejas (solo los algodoncitos), un recuerdo susurrado y la leche.

Sobre la masa resultante, predemos fuego a 3 o cuatro hojas de un libro de poesía (pueden ser de distintos libros). Añadimos una letra A dibujada grande en homenaje a Joan Brossa, como es de suponer. Sobre el fuego aún encendido lanzamos 3 figuras geométicas (un segmento, un triángulo y un hexaedro, quizá de papel). Esperamos que se consuma el fuego moviendo lentamente si fuera necesario.

Presentación e ingesta

Presentamos adornándolo con unos soplidos, unas ramitas recogidas y unas cuantas hojas caídas del otoño incipiente. Le damos a varios voluntarios unas raciones (sobre hojas de papel en cucurucho) para que puedan nutrir las tierras que les pertenecen.

Yo, por mi parte, agarro el sobrante y lo esparzo sobre un terreno previsto para ello sobre el que pueda tumbarme para abrazar el planeta. Quizá, incluso, besarlo.

Servir con un chupito de vino blanco frío.

Esto no es una broma