Sopa de caldo de puerros con patatas, acelga, pimiento y calabacín.

Otra receta con puerros. Y van tres. Ya escribí una sopa con puerros y unos mejillones con puerros. Es uno de mis alimentos preferidos, de un tiempo a esta parte, a pesar de que lo contrarrecomiendan por su generación de flatulencias o haya que tener precauciones por el alto contenido en fibra.

En esta ocasión solo aproveché la parte verde del puerro. Sí, la que todo el mundo tira a la basura, como me dijo el verdulero. Un compañero suyo, reconociendo mi buen juicio, dijo «Lo que hace es lo mejor, porque la parte verde es la que tiene más nutrientes porque está al sol». Yo no tengo nada claro que eso sea así, lo que sí sé es que es una parte que está muy rica y aporta mucho sabor.

En esta ocasión, la hice con lo que había comprado el viernes pensando en hacerla, pero se puede variar cualquier ingrediente por casi cualquier otro que se tenga, o eliminar alguno. La ocasión, repito, era que venían a comer el sábado los amiguetes Burak y Yaki que nos dijeron que se van a casar. Qué preciosa noticia… por cierto.

Empiezo con la recetilla:

Ingredientes para 6 personas (y me sobró un poquito de caldo que reservé para otro día, una sopita de 2 personas):

Para el caldo:

  • 4 cucharadas de aceite de oliva
  • 2 cucharaditas colmadas de sal (NaCl)
  • 4 dientes de ajo
  • la parte verde de 4 puerros
  • la parte más verde de la acelga y la parte más blanca del tallo de la misma
  • la parte más verde de unas ramas de apio
  • los tallos de un manojo de perejil

Para la sopa:

  • 2 cucharadas de aceite de oliva
  • una pizca de pimentón dulce
  • 2 dientes de ajo
  • 2 cebollas medianas
  • la parte blanca de un par de ramas de apio
  • 1 acelga entera
  • 1 pimiento rojo de los de asar (carne gruesa)
  • 1 calabacín
  • 3 o 4 zanahorias, según el tamaño. Usé 3.
  • 4 tomates de rama pequeños
  • 2 patatas hermosas

Preparación:

Muy muy larga en tiempo, pero no es muy trabajosa. Con esas cosas de los niveles de dificultad, diría que cualquiera puede hacerla.

Para preparar el caldo que luego voy a usar en la sopa, lo primero que hago es coger una cazuela grande (nunca uso la olla exprés, pero seguro que se haría mucho más rápido) y pongo un poquito de aceite, como cuatro cucharadas, le añado 2 dientes de ajo picados y otros 2 dientes de ajo si pelar siquiera, pero un poco machacaditos, para que suelten más sabor. Cuando comienzan a dorarse, añado la parte verde de los puerros cortada en láminas gruesas y tapo la cazuela para que empiece a soltar el agua. Corto la parte más dura de la acelga, lo que podríamos considerar un tallo, y la parte más verde de las hojas, añado esto a los puerros. Después agrego la parte verde de un par de ramas de apio cortaditas en trozos grandes y los tallos de un manojo de perejil (lo que habitualmente también tiraríamos, pero he descubierto que en procesos industriales se aprovechan este tipo de cosas para preparar esencias de sabores, como las pastillas de carne o verdura o pescado, los aromatizantes, etc… y he decidido hacerlo yo mismo), dejo que siga rehogándose tapada la cazuela con lo que aprovecho el vapor de los alimentos.

Cuando ya están sueltos todos los elementos, especialmente las rodajas de puerro, echo 2 litros y medio de agua y dejo que hierva durante 2 horas. (Aproveché para juguetear un rato con el PC)

Pasado ese tiempo, cuelo el caldo resultante y separo un poco para otro día, porque seguro que va a sobrar. Ese poquito, muy condensado, lo mezclo con agua para que no sea tan fuerte y lo guardo en un frasco de conservas en el congelador (cuando se enfría, claro).

Me apena tirar el residuo verde que queda sobre el colador, después de presionarlo para que suelte el máximo de juguito. Seguro que podría hacer algo con ello, pero ahora mismo no sé qué y, de momento, lo tiro. ¿Alguna sugerencia?

Ahora ya puedo comenzar a hacer la sopa.

En la misma cazuela, para no manchar más cacharros de los imprescindibles y así reducir el consumo de agua en su limpieza, así como el consumo de detergentes, pongo un poquito de aceite y 2 dientes de ajo picados, pero antes de que lleguen a dorarse, añado 2 cebollas cortadas en grandes trozos.

Para cortar 2 cebollas, mi forma de hacerlo es bastante matemática, casi geométrica, me atrevería a decir, cortando primero en 2 trozos cada una longitudinalmente por la mitad, para luego, alineando las 4 mitades, cortar longitudinalmente en 2 por un eje imaginario central, haciendo 2 cortes, paralelos a ese eje longitudinal para dividir ambos lados en otras sendas 2 partes, pero haciendo que la incisión tenga un ángulo aproximado de 45 y 135 grados respectivamente. Por último, cortar en 4 cortes transversales las 4 mitades cortadas, cada una en 4 sectores semiesféricos. De este modo, tendríamos 64 fragmentos de sectores esféricos de unos 45º cada uno a partir de 2+1+2+4*4=21 cortes. Desprecio la curvatura longitudinal para no complicar los cálculos, pero me produce cierta desazón saber que estoy despreciando esta característica cebollil. Tampoco tengo en cuenta el número de capas de la cebolla.

Seguro que se puede hacer de otra forma, pero a mí me gusta así.

Pico el apio y, en cuanto la cebolla cambia un poco de color, lo agrego junto con el pimiento rojo cortado más o menos regularmente en trozos grandes, después de vaciarlo bien de semillas.

Corto un calabacín de la manera similar a la descrita para cortar la cebolla. Del mismo modo, corto 4 tomates, preferiblemente maduros. Corto en trozos transversales, de 2 centímetros de longitud aproximadamente, las zanahorias. Corto también la acelga que me queda en tiras, dejando más grandes las más verdes.

Agrego el calabacín y dejo que suelte un poco de agua y que se impregne del aceitito, después la zanahoria, el tomate y, por último, la acelga.

Cuando la acelga se reduce y se mezcla bien todo lo que está siendo rehogado, añado las patatas cortadas con un cuchillo de mantequilla y sin terminar de hacer cortes limpios, para que suelten mejor, parece ser, el almidón que contienen y ayuden a dar consistencia al pote. (En esta ocasión, agregué también un par de trozos expresamente machacados en un mortero para aprovechar esta propiedad de las patatas).

Ya solo queda agregar una cucharadita de pimentón dulce, mezclar bien, añadir el caldo de puerros que tenía preparado y dejar hervir durante 40 minutos, hasta que las patatas estén bien blanditas, algunas deshechas, incluso.

Salió muy bien. No hago muchas fotos, pero se merecía alguna… otra vez será. Tardé, en total, unas 4 horas, pero pudiendo dedicarme a otras cosas más del 75% del tiempo.

Posible o imposible

Hoy me he encontrado una imagen en FaceBook, compartida por mi amiga Mábel que llevaba el texto acompañante siguiente:

«No aceptéis lo de siempre como cosa natural, pues en tiempos de violento desorden, de confusion organizada, de conocida arbitrariedad, de humanidad deshumanizada, nada tendría que parecer imposible de cambiar.» (B. Brecht)

El post era de Democracia Real Ya. No me sorprende. Están entre lo posible y lo imposible, en el lugar en que parece habitar la utopía, famosa isla del señor Moro.

Yo contesté a la entrada con un texto que quise ayer citarle a Carmen en el curso de una conversación sobre la creatividad, la actitud creativa y la responsabilidad del ser humano para ser tal.

Extraído del libro «Escritos al oído«, de John Cage:

Mi padre fue un inventor. […] Me dijo que cuando alguien dice «no puedo» señala lo que debes hacer. Me dijo también que mi madre siempre tenía razón, hasta cuando estaba equivocada.

Qué genial este Cage. De un plumazo le ha dado sentido a mi vida. Y me ha ayudado a comprender la verdad de las contradicciones.

Por cierto, qué maravillosa esta colección de libros editados por el Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de la Región de Murcia.

He leído varios de estos libros (algunos los tengo) y encuentro tan interesante la colección que no alcanzo a entender qué tienen que ver con la arquitectura y menos aún con un colegio de aparejadores. Pero no quiero ni pensar que es porque si no fuese por un resquicio, estos libros no se publicarían por falta de una demanda masiva que justificase la inversión de ningún tipo de capital privado, lo que me llevaría a tener que reflexionar de nuevo en el tema del precio/valor y comercialización de las creaciones contemporáneas.

Esto no es una broma